“No tenemos otra opción, el mar se hace cargo”: en Bretaña, derriban casas para evitar que queden sumergidas

-
Normandía, Bretaña, Loira Atlántico: estas regiones francesas desiertas de turistas debido al clima caprichoso

Construidas en una zona baja en los años 70 y 80, estas casas están separadas de la playa por una simple duna, que se ha ido adelgazando con el paso de los años. Rellenado antes del invierno, amenaza con ceder ante los embates del mar con cada tormenta.

En noviembre de 2023, en previsión del paso de la tormenta Ciaran, una veintena de casas fueron evacuadas por decreto prefectural.

“Todos los sistemas de contención que hemos podido implementar en los últimos 15-20 años, es decir, diques, escolleras, pilotes, no son eficaces”, enumera Stéphane Le Doaré, presidente (LR) de la comunidad de municipios del País Bigouden Sud. (CCPBS).

“Pozo sin fondo”

Cada año, la comunidad tiene que gastar “más de 100.000 euros” para reforzar la duna, reforzándola con miles de m3 de arena. “Es un pozo sin fondo, una venda en una pata de palo, porque el mar es más fuerte que nosotros”, subraya Le Doaré.

“No podemos garantizar de forma sostenible que los habitantes detrás de la duna puedan vivir con seguridad”, explica. “Los modelos demuestran que, inexorablemente, el mar entrará en este lugar”.

Por tanto, el CCPBS se comprometió a comprar siete casas para destruirlas, luego quince en total, a más largo plazo. La compra de las dos primeras casas fue aprobada a principios de diciembre por el consejo comunitario.

Al finalizar el proceso, el caserío será devuelto a la naturaleza. Y está prevista la construcción de un dique, detrás de la duna, para proteger las viviendas restantes.

Bretaña es hermosa, incluso cuando llueve

“Me iré con el mar”

Pero la perspectiva de tener que abandonar esta popular playa no hace ninguna gracia a los residentes locales. “Es desgarrador para todos”, dice una señora, sin querer dar su nombre. “Está arruinando nuestra jubilación”, insiste un matrimonio de unos setenta años, en la puerta de su casa.

“Me iré con el mar”, proclama incluso Denise (nombre cambiado), desde la ventana de su cocina. El octogenario, que vive en el barrio desde los cuatro años, no se imagina mudarse. “Cuando el mar haya llegado por completo, me veré obligada a subir al ático y que alguien venga a buscarme”, dijo.

La activación de las ayudas estatales del “fondo Barnier” permitió al CCPBS ofrecer condiciones ventajosas de compra al precio de mercado (es decir, de 280.000 a 687.000 euros) para las siete primeras casas. Estimaciones “correctas”, confirma Renevot.

Pero el aspecto financiero tiene dificultades para convencer a los residentes más apegados a su residencia. “Entiendo el trauma psicológico de algunas familias que viven allí desde los años 70 y criaron allí a sus hijos”, se compadece Le Doaré.

“Acabarán escuchándolo, es hora de que se acepte”, quiere creer el electo.

-