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En varias ocasiones en los últimos días, el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ha acusado a Panamá de aplicar aranceles excesivos a los barcos estadounidenses que pasan por el Canal y ha amenazado con recuperar el control del mismo. Los comentarios de Trump provocaron una dura reacción del presidente panameño, José Raúl Mulino, pero en la práctica realmente no hay posibilidades de que Estados Unidos pueda recuperar el control del Canal, que construyó hace más de un siglo.
El Canal de Panamá conecta los océanos Atlántico y Pacífico. El ambicioso proyecto fue intentado por primera vez por España a principios del siglo XVI, luego por Francia y finalmente por Estados Unidos, pero quedó en el papel debido a la insuficiencia de los medios técnicos de la época. Hubo que esperar hasta el siglo XIX. Los trabajos de excavación fueron iniciados en 1879 por una empresa francesa dirigida por Ferdinand de Lesseps, que ya había construido el Canal de Suez. Sin embargo, una epidemia de malaria y fiebre amarilla, que provocó la muerte de unos 22.000 trabajadores, obligó a suspender el trabajo. En 1901 Estados Unidos obtuvo la autorización del gobierno colombiano (Panamá era parte de Colombia en ese momento) para construir y operar el Canal durante cien años.
En 1903 el gobierno de Colombia decidió no ratificar el acuerdo. Estados Unidos (bajo la presidencia de Theodore Roosevelt) apoyó un levantamiento en Panamá, envió un buque de guerra y amenazó con una intervención militar. Panamá se convirtió así en una república independiente pero bajo la protección de Estados Unidos, que obtuvo el arrendamiento de la Zona del Canal y la autorización para iniciar excavaciones. Las obras, emprendidas por ingenieros militares estadounidenses, comenzaron en 1907 y finalizaron el 3 de agosto de 1914. El Canal fue finalmente devuelto al país centroamericano en 1999, en base a un acuerdo firmado por el presidente demócrata Jimmy Carter en los años 1970.
En los últimos días, en una serie de declaraciones realizadas durante algunos eventos públicos y luego con publicaciones en las redes sociales, Trump criticó las tarifas de tránsito impuestas a los barcos estadounidenses que utilizan el Canal “especialmente considerando la extraordinaria generosidad otorgada a Panamá por parte de Estados Unidos”. Dijo que “cuando el presidente Jimmy Carter lo regaló tontamente, por un dólar, era responsabilidad exclusiva de Panamá administrarlo, no de China ni de nadie”, y luego insinuó que el Canal podría terminar “en malas manos”. Y concluyó sosteniendo que Estados Unidos debe “recuperar el Canal porque es fundamental para el comercio estadounidense y para el rápido despliegue de la Armada en caso de una emergencia de seguridad”. El gobierno local tendrá que aceptar nuestra petición.”
En 2017, Panamá inició una serie de negociaciones comerciales con China, que hoy controla dos de los cinco puertos adyacentes al Canal. Y las inversiones chinas en infraestructura y zonas comerciales han convertido a Beijing en un importante socio económico de Panamá.
El presidente panameño, José Raúl Mulino, que asumió el cargo en julio, respondió a Trump diciendo que el Canal “no tiene control, directo o indirecto” ni de China ni de ninguna otra potencia y que “cada metro cuadrado del Canal pertenece a Panamá”. […] La soberanía y la independencia de nuestro país son innegociables. Cada panameño, aquí y en todo el mundo, lo lleva en el corazón y es parte de nuestra historia de lucha y conquista irreversible”. Trump respondió en su red social Truth diciendo “¡Ya veremos!”, y publicando también una imagen de una vía fluvial y una bandera estadounidense.
Las recientes declaraciones de Trump sobre Panamá y más allá indican que el nuevo presidente perseguirá una agenda de política exterior bastante agresiva. Hace unos días, Trump se había burlado del primer ministro canadiense, Justin Trudeau, sugiriendo que Canadá debería convertirse en el estado número 51 de Estados Unidos y refiriéndose a Trudeau como gobernador.
El domingo también dijo que quería arrebatarle el control de Groenlandia a Dinamarca porque “para los fines de la seguridad nacional y la libertad en todo el mundo, Estados Unidos de América cree que la propiedad y el control de Groenlandia es una necesidad absoluta”.