RAunque rápido durante la década de 2000, el progreso en la lucha contra el hambre en el mundo se vio interrumpido a mediados de la década de 2010. En el período reciente, el número de víctimas del hambre incluso aumentó de 580 a 730 millones de personas entre 2019 y 2023, según a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
Esta regresión no se debe a un déficit general de la producción agrícola. Es el resultado de la multiplicación de las barreras al acceso a los alimentos: epidemia de Covid-19, endurecimiento de las condiciones climáticas, aumento de las desigualdades, aumento de los precios de los productos básicos, etc.
Cuando a estos factores globales se suman los conflictos armados, la situación se convierte en una catástrofe alimentaria. Éste es el caso hoy en día en Sudán o Gaza. Estamos muy cerca de esto en Haití, donde las organizaciones internacionales consideran que la mayor parte del territorio sufre una grave crisis alimentaria.
Desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021, la inestabilidad política crónica del país ha seguido empeorando. El asiento presidencial quedó vacante. El primer ministro Ariel Henry, a cargo del ejecutivo, no ha puesto freno a la guerra entre bandas. Su dimisión forzada en abril de 2024 transformó la inestabilidad en caos político.
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No menos de tres primeros ministros se han sucedido desde abril, en un contexto de creciente poder de las pandillas. Inicialmente con sede en determinados barrios de Puerto Príncipe, estas organizaciones controlan actualmente el 70% de la capital. Sus ataques han provocado varias interrupciones totales del tráfico aéreo y afectan enormemente a la actividad portuaria. De los 10 departamentos del país, 4 tienen territorios que se encuentran bajo su influencia directa.
Drástica reducción del poder adquisitivo
Atrapada entre las diferentes facciones armadas, una parte cada vez mayor de la población está sujeta a desplazamientos forzados. Más de 700.000 haitianos (6% de los habitantes) se han visto obligados a huir de las zonas de mayor riesgo. Algunos siguen atrapados en campos situados cerca de la capital. Otros logran llegar a las regiones del norte y del sur, menos afectadas por el aumento de la violencia.
Según el Programa Mundial de Alimentos, poco menos de 5,5 millones de haitianos, la mitad de la población, padecen inseguridad alimentaria, incluidos 2 millones en situación crítica. Cuatro barreras, todas ellas directamente relacionadas con el caos político, bloquean el acceso a los alimentos para el mayor número de personas.
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