Las autoridades no se han comunicado oficialmente sobre este tema ni han reaccionado a las múltiples condenas y llamamientos para revocar una decisión que condena aún más al ostracismo a las mujeres, excluidas de las universidades hace dos años.
Desde su regreso al poder en 2021, el gobierno talibán ha aumentado las medidas represivas contra las mujeres, y Afganistán se ha convertido en el único país donde está prohibida la educación de las niñas después de la escuela primaria.
Varios directores y empleados de escuelas que ofrecen formación médica dijeron a la AFP que habían sido informados en los últimos días de la orden, emanada del líder supremo de los talibanes y comunicada por el Ministerio de Salud, de despedir a los estudiantes hasta nueva orden.
Según sus informaciones, sus escuelas, a las que acudían muchas mujeres porque no podían matricularse en la universidad, disponían de unos diez días para organizar los exámenes finales.
Pero sin un anuncio o documento claro que conste la exclusión, reina la confusión en los establecimientos. Algunos dijeron a la AFP que no habían sido avisados, otros cerraron inmediatamente. Otros no quisieron hacer comentarios por temor a represalias.
“Todo el mundo está perdido, nadie nos cuenta lo que está pasando”, dice Saja, de 22 años, que cursa el primer año de una escuela privada. “Nos hacen hacer dos, tres exámenes todos los días, aunque ya los hicimos hace unos meses (…) y nos piden que los paguemos”.
“Hemos recibido muchos mensajes de estudiantes y empleados preocupados, que quieren saber qué está pasando”, testifica de forma anónima el director de una escuela privada de Kabul, que cuenta con 1.100 alumnos, entre ellos 700 mujeres.
“Nadie está contento”, dice en su despacho, a pocos pasos de las aulas de mujeres, donde la última lección en la pizarra trata sobre la gestión del estrés y la depresión de los pacientes.
Según una fuente del Ministerio de Salud, 35.000 mujeres estudian en más de 150 institutos privados y una decena de escuelas públicas que otorgan diplomas de dos años de duración en enfermería, partería, asistente dental, asistente de laboratorio, etc.
El Comité Noruego de Afganistán (NAC), que forma a 588 mujeres en institutos gestionados en colaboración con el Ministerio de Sanidad, ha sido advertido verbalmente de una “suspensión temporal” de los cursos.
Esto debe “tomarse tan en serio como un documento escrito”, considera Terje Magnusson Watterdal, director nacional de la ONG, quien afirma que “muchos altos cargos del actual gobierno se oponen bastante a esta decisión”.
Espera, como mínimo, la reapertura de las escuelas públicas para las mujeres.
Organizaciones internacionales como la ONU, que considera que las mujeres afganas son víctimas del “apartheid de género”, ya han advertido de las devastadoras consecuencias del proyecto, en un país donde la mortalidad materna e infantil es una de las más altas del mundo.
“Las estudiantes suelen estar muy motivadas, especialmente en partería. Muchas de ellas han perdido a una madre, una tía o una hermana durante el parto, lo que las motivó a convertirse en parteras”, relata el Sr. Magnusson Watterdal. “No es sólo una profesión sino una vocación, por eso hay mucha desesperación”.
Se organizaron algunas protestas en todo el país, según imágenes que circulan en las redes sociales.
Cuando escuchó la noticia, Saja, que anteriormente había estudiado en la universidad, sintió que estaba reviviendo “la misma pesadilla”.
“Era mi última esperanza de hacer algo, de convertirme en alguien”, lamenta. “Nos quitan todo por el simple ‘delito’ de ser niña”.
Assal recibió apresuradamente su diploma la semana pasada, pero tiene pocas esperanzas de encontrar un trabajo en un país donde el desempleo es masivo y las oportunidades ofrecidas a las mujeres son cada vez más restringidas.
“Ya nos han quitado todo”, se desespera el estudiante de 20 años. “Ya casi no nos permiten respirar”.