Lituania, un pequeño país báltico, ha dado un gran paso adelante en su búsqueda de la independencia energética. El viernes pasado, en el puerto de Klaipeda, se izó la bandera nacional en la terminal flotante de gas natural licuado (GNL) denominada Independence. Esta adquisición, completada por 138 millones de euros, se produce tras una década de funcionamiento en régimen de alquiler con la empresa noruega Hoegh LNG.
Desde su lanzamiento en 2014, la terminal ha desempeñado un papel clave en el suministro energético del país. Con una capacidad de importación de cuatro mil millones de metros cúbicos al año, supera con creces las necesidades internas de Lituania y permite entregar excedentes a países vecinos como Letonia, Estonia, Polonia y, más recientemente, Finlandia. Durante diez años, esta asociación le ha costado a Vilnius 689 millones de dólares en alquileres.
Un legado transformado de dependencia
La dependencia de Lituania del gas ruso tiene raíces profundas, heredadas de la época soviética, cuando el país dependía exclusivamente de Moscú para su energía. Desde que se unió a la Unión Europea (UE) y a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en 2004, Lituania ha emprendido reformas ambiciosas para diversificar sus fuentes de energía. La terminal Independence encarna esta transformación y ofrece una alternativa tangible a las presiones económicas y políticas ejercidas por Rusia.
Este progreso no es aislado. En 2022, Lituania y Polonia pusieron en funcionamiento un gasoducto que conectará los dos países, fortaleciendo las interconexiones regionales y reduciendo aún más la vulnerabilidad ante los proveedores rusos.
Un símbolo regional de resiliencia
En la ceremonia que marcó la compra, el presidente lituano, Gitanas Nausėda, calificó el evento como “el fin del monopolio y el chantaje político ruso”. Junto con sus homólogos bálticos y polacos, subrayó la importancia de esta adquisición para la seguridad energética regional. Polonia, en particular, también ha diversificado sus importaciones de gas a través de su propia terminal de GNL en Świnoujście.
Al fortalecer su infraestructura, Lituania también contribuye a la estabilidad energética de sus socios bálticos, fortaleciendo la integración económica y estratégica de la región. Por tanto, la adquisición de la terminal Independence simboliza un paso importante hacia una mayor autonomía energética en una región donde las cuestiones geopolíticas siguen siendo importantes.