El lobo etíope, o lobo abisinio, es una especie endémica de Etiopía. Por lo general, es un depredador estrictamente carnívoro, sin embargo, los científicos han podido observarlo permitiéndose algunos dulces. En realidad, llega a lamer las flores de una determinada planta en su entorno, contribuyendo así a la dispersión de su polen. Es por tanto el primer gran carnívoro que muestra una acción de polinización. Estas observaciones fueron publicadas en la revista. Ecología.
El lobo etíope, una especie en peligro de extinción
El lobo etíope es el tercer cánido más raro del mundo. Es endémica de las tierras altas de Etiopía, que se encuentran aproximadamente a 3000 metros sobre el nivel del mar. Se estima que sólo quedan 500 individuos en estado salvaje, concentrados en su mayoría en el Parque Nacional de las Montañas Balé. En vista de este número tan bajo, está clasificada como “especie en peligro” por la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza).
Por su pequeño nombre latino, Canis simensisel lobo etíope se reconoce por su cuerpo esbelto y su pelaje extravagante. Construido para la resistencia, este carnívoro tiene patas altas, muy útiles para deambular por los prados. Mide aproximadamente 60 cm a la cruz y pesa en promedio 15 kg. Por tanto, es más pequeño y ligero que su primo el lobo gris. En realidad, este último mide entre 70 y 80 cm y pesa hasta 70 kg.
El lobo etíope es especialmente reconocible por su pelaje de color leonado. Su garganta, la parte delantera de sus patas y la base de su cola están cubiertas de blanco. Su hocico es característico de los lobos: largo, afilado, con un olfato muy potente.
Como la mayoría de sus otros primos lobos, canis simensis Vive en manadas, en grupos familiares y territoriales. Las manadas generalmente constan de 6 a 15 individuos liderados por una pareja dominante.
Son animales carnívoros que se alimentan principalmente de roedores, siendo la rata topo gigante su manjar favorito.
Si el lobo etíope está en peligro de extinción se debe principalmente a las actividades humanas. Como el crecimiento demográfico es significativo en Etiopía, cada vez se requisa más territorio para la agricultura y la ganadería extensiva. Por tanto, esto va en detrimento del entorno del lobo, que ve sus territorios cada vez más fragmentados.
Las poblaciones se encuentran entonces aisladas, lo que resulta problemático desde el punto de vista genético. Los animales se encuentran con menos frecuencia y, por tanto, intercambian menos genes. La tasa de endogamia aumenta entonces, lo que hace que los lobos sean más susceptibles a los cambios ambientales y a las enfermedades.
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Un fin gourmet… ¡friand de polen!
El lobo etíope es el primer carnívoro grande observado que muestra un comportamiento polinizador.
Crédito: Adrien Lesaffre
Aunque el lobo etíope es un carnívoro estricto, todavía parece disfrutar de los pequeños placeres de la vida.
De este modo, los científicos pudieron observar a varios individuos lamiendo flores. Ya habían notado una inclinación ocasional de estos animales por el azúcar. Querían saber más y siguieron a 6 lobos diferentes, de varias manadas, durante 4 días.
La elección de los lobos recayó principalmente en una flor concreta, Kniphofia foliosa. Esta planta, también llamada “marca de Satán”, también es endémica del macizo de Balé en Etiopía. Sus flores son particularmente espectaculares. Forman una especie de lanza, terminada en un penacho cilíndrico, del que cuelgan flores tubulares de colores vivos, que van del amarillo al rosa, pasando por el blanco o el rojo.
Los tizones de Satán producen una gran cantidad de néctar, muy apreciado por muchos polinizadores. De hecho, es común ver pájaros e insectos alimentándose de las flores. Pero también, ¡el famoso lobo etíope!
Los humanos también disfrutan de este néctar, ya que los científicos han observado a los niños pastores lamiendo las flores. Probado por los propios científicos, el néctar resulta agradablemente dulce.
Durante sus observaciones, los científicos descubrieron que un lobo podía lamer 30 flores de una sola pasada. Su hocico blanco luego se volvió amarillo debido a la acumulación de polen. Este comportamiento no es casual ya que se observa en varios individuos. Por tanto, podría transmitirse a través del aprendizaje social.
Por tanto, a través de este comportamiento, el animal participa en la propagación del polen de una flor a otra, fundamental para la polinización. Este es el primer ejemplo de un gran polinizador carnívoro.
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El lobo etíope, polinizador del tizón de Satán
Este carnívoro en peligro de extinción se une a un pequeño grupo de mamíferos no voladores y polinizadores de plantas. A esto se le llama terofilia, es decir, polinización por mamíferos no voladores. Entre los actores de esta acción biológica, encontramos en particular roedores, primates e incluso zarigüeyas.
Las flores que dependen de la polinización por mamíferos tienen algunas peculiaridades. Deben ser robustos y tener adaptaciones especiales. La marca de Satanás no es una excepción. Sus racimos florales crecen sobre un tallo que puede alcanzar el metro.
En la Tierra, casi el 90% de las plantas con flores dependen de los animales para la polinización. Estos resultados sugieren que el papel de polinizadores menos conocidos, como el lobo etíope, puede ser más importante de lo que se pensaba anteriormente.
Por tanto, los científicos desean confirmar si realmente se ha producido la polinización. También quieren observar si hay evidencia de coevolución entre el lobo etíope y el tizón de Satanás.
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