Éramos casi 4.000 personas procedentes de los cuatro rincones de Quebec que nos reunimos en Trois-Rivières el 23 de noviembre. Si bien apenas estamos pasando página de esta reunión histórica, las emociones que experimentamos colectivamente allí siguen siendo fuertes.
No todos los días el movimiento CSN, todas las regiones y todos los sectores de actividad juntos, se moviliza para hacer sonar la alarma para proteger y defender nuestra red de servicios sociales y de salud pública. Esta red que, a través de reformas cada una más centralizadora que la anterior, ha seguido siendo socavada durante más de 20 años, en detrimento de la atención a la población.
La última reforma en liza, llevada a cabo por el ministro de Sanidad, Christian Dubé, es la culminación de esta lógica según la cual la fusión de establecimientos en una sola agencia, prevista para el 1 de diciembre, invertirá la tendencia a mejorar el acceso a cuidado.
Todo, por supuesto, contando con la generosa participación de un competidor directo de la red pública cada vez más feroz y despiadada: el sector privado.
El lobo en el redil
Seamos claros: incluso adornada con sus mejores galas y camuflada detrás de una tarjeta solar, la sanidad privada siempre seguirá siendo un obstáculo directo para la preservación y el fortalecimiento de nuestra red pública. Es cierto en términos de accesibilidad a la atención, es cierto en términos de costos de los servicios, pero es especialmente cierto para lo que tenemos más preciado en nuestra red pública: las personas que están allí.
Debemos detener a toda costa esta hemorragia y frenar este preocupante éxodo hacia el sector privado. Ante nuestra movilización de las últimas semanas y nuestro golpe del 23 de noviembre, el ministro ha empezado a moverse. Pero la lucha para salvar nuestra red está lejos de terminar, especialmente a la luz de los recientes anuncios con sabor a austeridad que afectan directamente al personal de la red.
Una austeridad que no dice su nombre
Por otra parte, es difícil no fruncir el ceño cuando escuchamos a otro Ministro, el de Finanzas de Quebec, Eric Girard, decir que la austeridad no regresa a Quebec cuando presentó, hace apenas unos días, su actualización económica.
El Ministro bien puede argumentar que el gasto estatal está creciendo y que su gestión de los fondos públicos sigue siendo rigurosa y responsable, pero los anuncios destinados a “optimizar el gasto público” confirman que estamos al comienzo de un nuevo ciclo de austeridad.
Congelación de la contratación de personal administrativo en la educación, en las organizaciones gubernamentales, en los servicios sanitarios y sociales, recortes en la afrancesamiento, freno a los proyectos de infraestructura y recortes en los CÉGEP: la receta del gobierno Legault es peligrosamente similar a la del ex primer ministro Philippe Couillard. Y sabemos las consecuencias…
El preocupante ascenso del conservadurismo populista
A esta amenaza apenas velada se enfrenta la del ascenso del conservadurismo y del populismo consagrado por la elección de Donald Trump al frente de la Casa Blanca. De este lado de la frontera, no estamos excluidos: Pierre Poilievre es el favorito en las encuestas.
Ciertamente, son necesarios matices para distinguir a los dos hombres, pero un regreso a una era política conservadora, en un contexto de tensiones sociales y polarización excesiva, no augura nada bueno para el movimiento sindical y los cientos de miles de miembros que representamos.
En estas circunstancias, tendremos que arremangarnos y seguir luchando, porque en última instancia –lo acabamos de demostrar elocuentemente– cuando el CSN se moviliza, ¡es todo Quebec el que gana!