La actual crisis política no debería cambiar mucho en la movilización prevista para el jueves en el sector público. Un día así es complicado y largo de organizar, por eso se decidió a principios de noviembre. Por tanto, el contexto de los últimos días no debería perturbar su avance.
Se trata del anuncio hecho por el Gobierno, a finales de octubre, de un plan de lucha contra “absentismo” empleados públicos (pasar de uno a tres días de espera y retribución del 100% al 90% en caso de baja por enfermedad), lo que debería permitir generar 1.200 millones de euros de ahorro decidido por la intersindical – excepto FO, que convoca una huelga de tres días, al mismo tiempo que los trabajadores ferroviarios, el 15 de diciembre, para iniciar una jornada de movilización.
Incluso si el Gobierno cae el miércoles con la votación de las mociones de censura, los sindicatos de los servicios públicos siguen cuestionando la voluntad del Gobierno de atacar a los funcionarios y denunciando, en términos más generales, un clima “anti-funcionarios” durante varios años. “Si el gobierno cae, y esto queda sujeto a reservas, esto demostrará la determinación del próximo gobierno para que los agentes no sean sacrificados”estimó Gaëlle Martinez, secretaria general del servicio público Solidaires de la Agence France-Presse.
Aunque no deberíamos esperar ver al país completamente paralizado en este día de movilización, sí debería contar con una asistencia bastante numerosa. Por ejemplo, el 65% de las huelgas se anuncian entre los profesores de escuela del sindicato mayoritario FSU-SNUIpp. Sin embargo, el impacto del día debería ser bastante relativo si el gobierno se ve obligado a dimitir. En cuanto a Emmanuel Macron, ha demostrado desde 2017, y especialmente desde 2022, que no concede gran importancia a las movilizaciones en la calle.