Después de la tragedia del domingo 1 de diciembre de 2024, ocurrida en el estadio 3 de abril de N’Zérékoré, nuestra redacción fue al encuentro de varias familias afligidas en la comuna urbana. Hay una consternación total en las familias de todas partes. Pero los padres dicen que se ponen en la voluntad de Dios.
Julien Soropogui, de 12 años, es una de las muchas víctimas. Su madre de guardia en el campo Béhanzin, que vino a recoger el cuerpo de su hijo, estaba inconsolable.
“Perdí a mi hijo en esta tragedia que pasó en el estadio. Se había ido para ver la final del torneo. Me llamaron para decirme que su hijo tuvo un accidente y murió. Ven y toma su cuerpo. Vine a buscar su cuerpo a la morgue del hospital regional de aquí. Lo llevaré a nuestra aldea en Yiriyé para su entierro”, explica con lágrimas en los ojos.
“Para nuestra sorpresa, los niños fueron al estadio para ver la final del torneo con el trofeo Mamadi Doumbouya. Pensé que había ido a trabajar porque después de la escuela es donde va. Revisé la casa pero él no estaba allí. Fue encontrado en el hospital. Fue nuestro imán quien vino a preguntarnos si habíamos visto a mi hijo. Le dije que no. Así se llevó a mi hermano menor y se fue al hospital. Fue allí donde encontraron los restos de mi hijo y los del hijo de mi tío. Salimos en el vehículo de nuestro jefe vecinal, anoche nos entregaron los cadáveres. Es Dios quien lo quiso, sólo podemos confiar en su voluntad. Por todo lo que nos sucede, compartimos nuestra compasión con las autoridades, al igual que lo que les sucede a ellas”, insiste Mamady Sanoh, el padre biológico de Moussa.
En el distrito de Kwitèyapoulou, Mariam Barry, de 20 años, ama de casa embarazada de cinco meses, también murió en la estampida.
“Fui a ver el partido al estadio pero nada más llegar me encontré con que había mucha gente. Me quedé unos minutos en la puerta. Luego regresé y me detuve junto a los policías. Fue allí donde vi a la hermana menor de un amigo tirada en el suelo. Ella me dijo que está sola. Luché para sacarla por la puerta trasera. Ella tomó una moto para regresar a su casa en Ossud. Yo también regresé a casa. Así me informó mi hermano mayor que mi esposa y su esposa también están ahí. Llamé a mi esposa pero su número no funcionó. Probamos el número de mi hermano mayor que volvió a casa. Nos dijo que está en el estadio. Fuimos a llevar el de mi hermano mayor para enviarlo a casa. Ella fue quien nos dijo que había muertos. Luego fui a buscar a mi esposa. Tan pronto como fui a la morgue del hospital, a través de la ventana vi el cuerpo de mi esposa. Sin decir mucho, lo hecho, hecho está. No tengo nada más que decir. Esto es algo que nunca me había pasado en mi vida”, dijo Abdouraham Barry, conductor de taxi-moto.
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