En el tribunal de lo penal de Isère
En opinión de todos, ella fue un verdadero “rayo de sol”, cuya “risa comunicativa” quedará grabada para siempre en sus cabezas. Ella encarnaba “la alegría de vivir”, la “dulzura”, la “bondad”, y también la benevolencia. Nunca una palabra más alta que la otra. Victorine Dartois tuvo la desgracia de cruzarse con Ludovic Bertin el sábado 26 de septiembre de 2020. Paradoja, la estudiante tenía tanto miedo a los hombres, hasta el punto de “cambiar de acera” cuando se acercaba a un grupo.
Unos minutos antes llamó a su hermana para decirle “en quince minutos llego, estoy cerca del estadio de la pradera”. Pero la niña nunca volvió a casa. El viernes, sus amigos y familiares vinieron a hablar de ella ante el tribunal de lo penal de Isère, donde se juzga al acusado.
“Tuve suerte de tener una hija como ella”
“Ella fue excepcional. Dejó huella en todos con su risa, su alegría y su buen humor”, dice Lisa, y añade que su amiga del instituto no era ni “tímida ni exuberante”. Pero supo ser discreta para no “destacar”. “La gente me decía que tenía suerte de tener una hija como ella”, confiesa modestamente James, “su papá”.
“Cualquier cosita la hacía feliz”, recuerda su mejor amiga Salomé. Ambos se conocieron en el jardín de infancia. “Para su último cumpleaños, que cayó en domingo, todo estaba cerrado. Le traje un donut con una vela. Ambos fuimos a un parque. Estábamos tan felices. » Pero Victorine nunca será el padrino de su boda, ni la madrina de sus hijos. Y viceversa. Sin embargo, esto es lo que se habían prometido mutuamente, revela con dignidad la joven, a pesar de las lágrimas que inundan su rostro. “Ella era muy divertida. Ella me hizo reír. Ella no tenía ni una pizca de malicia”.
Desde entonces, Salomé ya no puede “dormir sin tomar medicamentos”. Ella “no pudo seguir el hilo de su vida” como quería. Dejó sus estudios, aplastada por el “dolor que le arrancó el corazón”. En el estrado, la joven desdobla una carta y pide permiso para leerla. “A pesar de la distancia entre el cielo y la tierra, nuestras almas nunca estarán separadas. Fuiste el sol de mi vida, te convertiste en mi hermosa estrella. Te amo con un amor tan poderoso que mis palabras no pueden expresar”, concluye antes de refugiarse en los brazos de la madre de su mejor amiga.
Romane, una de las hermanas de Victorine, dice que “no tiene palabras” para expresarse, pero sufre “dolores” de estómago y de cabeza. “Mi cabeza está tratando de lidiar con mi tristeza. Mi cerebro ya no funciona. Ya no pienso. Me arde el estómago por dentro cada vez que veo una foto, un recuerdo de ella”, explica, mientras Ludovic Bertin, cabizbajo, mira al suelo. Lo cual no le impide gritarle: “Tú, el criminal. Nos robaste la vida, le robaste la vida a mi hermana pequeña para satisfacer un impulso sexual. Sepa que tomó un ángel de una familia unida. »
Ella quería ser monja.
Tan cercanas que las tres hermanas Dartois fueron apodadas las “trillizas”, a pesar de sus diferentes edades. Perrine, de 24 años, compartió su habitación y todos sus “secretos más profundos” con Victorine. Incluyendo su vida amorosa. La bella estudiante de ojos azules no tuvo tiempo de tener novio. Sólo un reciente enamoramiento del actor Chris Hemsworth. “Cuando hablaba de chicos, se tapaba la boca con la mano”, revela su hermano Rémy, considerándolo un “signo de timidez”. Profundamente religiosa, pensó en hacerse monja, explica Perrine.
Desde hace “cuatro años, tres meses y dos días”, todos han intentado curar sus heridas lo mejor que pueden. Sylvie, la madre, va todos los días al cementerio para hablar con su “pequeño lobo” sobre lo que siente en el día a día. Una vida cotidiana salpicada de ausencias. No más “te amo Mamounette”, no más Pequeña casa en la pradera que a la joven le gustaba ver “porque tenía buenas costumbres”. No más sonrisas ni risas estruendosas.
Por eso intenta hablar de su “Titi”, imitando los sonidos de su corazón cuando nació, o aquellos más angustiados cuando se cruzó con Ludovic Bertin y entendió que la trampa se cerraba. Canta las primeras palabras de la canción interpretada en su funeral, sin poder terminar. Sin duda temiendo un incidente, el presidente del tribunal le ordenó que se detuviera, poniendo fin al proceso. Llevada a la habitación de los pasos perdidos, Sylvie mira fijamente a Ludovic Bertin hasta que él termina mirándola apresuradamente. Luego sale para soltar un estridente grito de dolor hacia la habitación de los pasos perdidos. Un grito que aún resuena…