La “tierra del Islam”
Después de la Segunda Guerra Mundial, decenas de naciones, entre ellas Israel, nacieron en el gran movimiento de descolonización e independencia de los pueblos. Todos estos nuevos estados fueron reconocidos y admitidos en la ONU. Entre ellos, Israel es objeto de un trato diferente: desde su creación en 1948, su existencia ha sido cuestionada por los países árabes musulmanes que se niegan a compartir territorio, lo que envenena la atmósfera hasta el día de hoy. Es menos la ausencia de un Estado de Palestina que la presencia “insoportable” de Israel en Medio Oriente lo que inquieta a algunos, con su reclamo de otra época de un monopolio religioso exclusivo en una “tierra del Islam”.
El primer paso hacia el apaciguamiento es el respeto a los derechos de las minorías y el abandono de cualquier pretensión hegemónica. Israel, rico en su historia milenaria, forma sin la menor duda una parte de Oriente Medio.
¿Contra quién lucha Israel?
La causa palestina es explotada hoy por una coalición heterogénea cuyo pegamento es el odio a Israel y Occidente. Un conflicto asimétrico enfrenta a un Estado de derecho, Israel, contra los movimientos terroristas Hamás, Hezbolá y Hutíes, más o menos apoyados por los Estados “oficiales” que los albergan –la Autoridad Palestina, Líbano y Yemen– y fuertemente apoyados por el Irán de los mulás que les suministran armas y asesores. Ni la Autoridad Palestina, ni el Gobierno libanés, ni Yemen quieren asumir la corresponsabilidad de los ataques lanzados en territorio israelí. Hamás y Hezbolá acumulan armas en sus túneles mientras dejan cínicamente a sus poblaciones civiles expuestas a inevitables represalias israelíes. Confían en la sensibilidad humanitaria de los países occidentales para reparar sus daños.
Un segundo paso consiste en definir mejor los temas de la confrontación: ¿qué quiere cada actor? ¿Cuál es su interés? ¿Cómo podemos entender, por ejemplo, el apoyo iraní al terrorismo o la implicación de los hutíes? Debemos volver a poner a Palestina en el centro de la reflexión y aclarar la agenda de cada parte.
El Estado de Palestina
Los círculos palestinos y pro palestinos se adaptan a una dialéctica cuestionable que invoca, según las circunstancias, la acción política o la acción armada. Sin embargo, la creación de un Estado palestino junto al Estado de Israel es incompatible con la realización de actividades terroristas: Israel nunca aceptará un acuerdo que mantenga la opción del terrorismo a sus puertas (¡y a las de Europa!). El 7 de octubre de 2023, el pogromo cometido por Hamás contra la población civil israelí hizo retroceder durante varios años cualquier acuerdo. El triste espectáculo de la UNRWA no favorece el papel de la ONU.
El tercer paso requiere renunciar a la violencia. No habrá salvación sin que los grupos terroristas dedicados a la eliminación del Estado de Israel sean puestos permanentemente fuera de peligro.
Geoestrategia planetaria
Varias potencias extranjeras ven una ventaja en dejar que la cuestión palestina se agrave. Esto promueve tensiones en muchos ámbitos alejados de este tema: penetración de China, influencias de Rusia y Estados Unidos, roles de Irán y Turquía en el mundo árabe, mantenimiento de las monarquías petroleras, conflicto latente en el Norte-Sur, etc. Esto retrasa el progreso hacia la solución de los problemas regionales.
En el cuarto paso, cada actor tendrá que distinguir la cuestión palestina de su propia estrategia global y ofrecer una salida. Así, liberado de sus cargas exteriores, el conflicto tal vez encuentre su solución.
El sesgo resumido y la desinformación no mejoran la difícil situación de las víctimas: retrasan la resolución de los problemas.