Pasan los días, pero el sureste de España sigue conmocionado por las inundaciones que dejaron 230 muertos. Las víctimas, los trabajadores humanitarios y los voluntarios siguen trabajando arduamente para volver a la normalidad en decenas de comunidades afectadas por la tragedia. Un mes después del desastre provocado por las lluvias torrenciales, el viernes se realizarán concentraciones en varios de los municipios afectados, a instancias de organizaciones sindicales y asociaciones.
Estas manifestaciones podrían adoptar varias formas, e incluso algunas mencionaron acciones simbólicas precisamente a las 20.11 horas, hora en la que las autoridades de la Comunidad Valenciana acabaron lanzando una alerta a los móviles de la población para informarles del peligro. Más de doce horas después de la alerta de la Agencia Meteorológica Nacional.
Torrentes de barro arrasando con todo a su paso, puentes destruidos por las inundaciones, coches levantados y amontonados por todas partes, sótanos y aparcamientos inundados… Las imágenes de la devastación aún están frescas en la mente de los habitantes de la región y de todos España .
“Aún queda mucho trabajo por hacer, hay cientos de garajes y sótanos inundados, edificios dañados, comercios cerrados, carreteras cortadas, pueblos enteros que aún no han vuelto a la vida normal”, reconoció el miércoles el presidente del Gobierno socialista, Pedro Sánchez. ante los diputados.
El jueves, su ministro de Economía, Carlos Cuerpo, enumeró los daños provocados por estas inundaciones en base a datos de seguros: 69.000 viviendas, 125.000 vehículos y 12.500 comercios se vieron afectados. El daño podría costar al país hasta 0,2 puntos de crecimiento en el cuarto trimestre, según el gobernador del Banco de España, José Luis Escrivá.
En total, el gobierno ha prometido 16.600 millones de euros en ayudas y préstamos. Miles de soldados, bomberos y policías están desplegados en operaciones de limpieza y reconstrucción, sin conseguir silenciar las críticas a las políticas adoptadas desde la tragedia.
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Este enojo, apuntaba tanto al retraso en el lanzamiento de la alerta antes del desastre como a la gestión de la ayuda. Una señal de que el descontento sigue siendo fuerte es que el sábado se celebrará una nueva manifestación en Valencia, la capital regional, donde unas 130.000 personas ya habían marchado a principios de mes para denunciar la gestión considerada caótica del alivio por el Gobierno de Sánchez.