Alrededor de la central eléctrica de Kourchatov se excavaron minibúnkeres en el campo y refugios para vehículos blindados. En el cielo podemos ver la huella de un misil ucraniano interceptado por la defensa antiaérea rusa. Dos días antes, fueron los “hipersónicos” lanzados por Moscú en Kiev los que atravesaron el cielo con un ruido infernal. Al igual que en la guerra con la central de Enerhodar, conquistada por los rusos, los dos adversarios se dedican al chantaje en torno a las centrales nucleares. Mientras estamos en el frente de Sudja, frente a los ucranianos, nos enteramos de que estos últimos han disparado misiles ATACMS por primera vez contra la muy cercana región de Bryansk.
El resto después de este anuncio.
Los soldados con los que estamos no parecen más preocupados por la noticia. Poner fin a esta guerra es su objetivo. Sienten que está cerca. También saben que los misiles de largo alcance, a pesar de la escalada simbólica que esto representa, no serán un “cambio de juego” en este conflicto. Llegar demasiado tarde, como casi todo lo que Occidente proporcionó a Ucrania.
Zelensky está en una carrera contra el tiempo.
La escasez de hombres es tal en el lado ucraniano que avanzamos hacia una progresión unidireccional de los rusos y cada vez menos soldados para bloquearles el paso. La escalada de misiles de los últimos días ha hecho revivir sobre todo el espectro de la Tercera Guerra Mundial con la ratificación por parte de Vladimir Putin de una versión modificada de la doctrina nuclear rusa que incluye en la respuesta atómica a cualquier país cuyos aliados sean potencias nucleares… Esta escalada También muestra que el presidente Zelensky está inmerso en una carrera contra el tiempo antes de que llegue Trump. Al montar la ofensiva de Kursk en agosto pasado, quería demostrar a sus aliados europeos y estadounidenses que Ucrania era capaz de emprender iniciativas audaces. En una entrevista con Fox News, acaba de admitir que “Si Estados Unidos corta su ayuda, Ucrania perderá”.