Quince días después de una primera visita muy tensa, los soberanos de España Felipe VI y Letizia regresan el martes a los pueblos devastados por las mortíferas inundaciones del 29 de octubre, donde continúan la búsqueda de los desaparecidos y las operaciones de limpieza. Según varios medios españoles, los reyes deberán desplazarse a tres pueblos de los más afectados por las torrenciales lluvias que dejaron al menos 227 muertos: Chiva y Utiel, en la Comunidad Valenciana, y Letur, en Castilla-La Manga.
Lodo arrojado a la pareja real
En las calles de Chiva, una ciudad de 17.000 habitantes todavía marcada por la destrucción, un importante dispositivo policial ya estaba desplegado el martes 19 de noviembre en previsión de este viaje, según periodistas de la AFP presentes en el lugar. Interrogada por la AFP, la Casa Real precisó que facilitará detalles sobre esta visita durante la mañana, durante la cual los soberanos volverán a mostrar su apoyo a las víctimas, muchas de las cuales se creen abandonadas por las autoridades públicas.
“Desde el principio quisimos mostrar nuestra voluntad de estar presentes en todos los lugares afectados”, siendo “conscientes de que cada uno de nosotros debe estar en su lugar”, explicó Felipe VI la semana pasada al margen de una visita a los militares desplegados. en las zonas afectadas. El 3 de noviembre, cinco días después de la catástrofe, Felipe VI y Letizia ya se habían dirigido a Paiporta, localidad considerada epicentro de la tragedia, en compañía del presidente del Gobierno socialista, Pedro Sánchez, y del jefe del ejecutivo regional, Carlos Mazón (Partido Popular). Partido, derecha).
Pero la situación en el lugar rápidamente se salió de control: fuera de sí, los manifestantes abuchearon la procesión oficial, saludados con gritos de “asesinos” y lanzamientos de piedras y barro, durante una secuencia caótica cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo. La tensión había obligado a abandonar el lugar a Pedro Sánchez y luego a Carlos Mazón, principales objetivos de este estallido de ira. Sólo la pareja real permaneció allí, con la ropa y el rostro manchados de barro, para intercambiar unas palabras con los habitantes, protegidos por sus guardaespaldas.
La segunda parte de la visita, prevista a Chiva, localidad de 17.000 habitantes situada a unos cuarenta kilómetros de Valencia, tuvo que ser cancelada. Pero la casa real había prometido que Felipe VI y Letizia regresarían rápidamente. “Deberían haber venido antes”, dijo el martes a la AFP Javier Domínguez, un vecino de Chiva de 56 años, aunque no olvida que los soberanos “no pueden hacer mucho” por las víctimas.
Con esta nueva medida, los soberanos quieren “primero cumplir su promesa”, subraya Vicente Garrido, catedrático de Derecho constitucional de la Universidad de Valencia. Según él, el clima ahora es más propicio para tal visita. “Hoy creo que las cosas se han calmado, a pesar del enorme dolor” que sigue presente, afirma el académico, que considera improbable un nuevo estallido de violencia. La ira de las víctimas del 3 de noviembre tampoco estuvo dirigida directamente contra la pareja real, cuya actitud durante este incidente sin duda sin precedentes en la historia de la monarquía española fue unánimemente elogiada.
“El hecho de que los reyes permanecieran presentes, que resistieran la lluvia torrencial y el barro que les arrojaban a la cara” fue “muy de agradecer”, insiste Vicente Garrido, para quien la imagen de la pareja real “saldrá reforzada” de este episodio. Fuertemente debilitado por su parte, el presidente de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, reconoció el viernes “errores”, aunque descartó dimitir y criticó la actuación del Gobierno. El martes 19 de noviembre anunció el nombramiento de un general retirado para supervisar las operaciones de reconstrucción.
El socialista Pedro Sánchez, actualmente en Brasil para la cumbre del G20 y que, por tanto, no estará presente el martes junto a los soberanos, informará sobre su gestión de la tragedia ante el Parlamento, quizás el 27 de noviembre, según su oficina.