Una solución para estabilizar los precios de los alimentos en África

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La alta volatilidad de los precios de los alimentos durante los últimos cinco años ha debilitado a muchos países africanos, en particular aquellos que dependen en gran medida de las importaciones para su suministro de alimentos. Esta inestabilidad de precios representa un desafío importante, especialmente porque los hogares del África subsahariana gastan en promedio el 50% de sus ingresos en alimentos.

En este contexto, las reservas públicas de alimentos aparecen como una herramienta estratégica para contrarrestar las fluctuaciones de precios y fortalecer la seguridad alimentaria en el continente. Ésta es una de las conclusiones del informe titulado “Hacia un paradigma de estabilización posneoliberal para una era de emergencias superpuestas: revisando las existencias de reserva internacionales basadas en el caso de los alimentos”. Este documento, escrito por las economistas Isabella Weber y Merle Schulken y apoyado por la Fundación Heinrich Böll y la Fundación Rosa Luxemburgo, aboga por el establecimiento de reservas de reserva a escala nacional, regional y global.

A pesar de las críticas de los expertos sobre los riesgos de distorsión del mercado y ataques a la libre competencia, los autores destacan la necesidad de reconsiderar los beneficios de las reservas de alimentos para los países del Sur, particularmente en África, en vista de las recientes perturbaciones en los mercados globales. La pandemia de Covid-19, los bloqueos económicos y la guerra ruso-ucraniana han tenido consecuencias dramáticas para las economías de los países más vulnerables, obligándolos a recurrir más a sus reservas de divisas para importar alimentos e insumos agrícolas como fertilizantes.

Los países africanos, en particular aquellos que dependen de las importaciones, a menudo se ven atrapados entre la volatilidad de los precios mundiales y la especulación de los grandes conglomerados agroindustriales. Ante esta situación, el informe destaca la importancia de una gestión eficaz de las existencias públicas, que estabilizaría los mercados internos, apoyaría a los productores locales y garantizaría un suministro constante de productos alimenticios. Al comprar cultivos a productores nacionales, estas reservas públicas también pueden crear una fuente estable de ingresos para los agricultores.

Además, una gestión adecuada de las existencias permitiría a los gobiernos regular los precios en los mercados locales, limitar los aumentos de precios y garantizar la seguridad alimentaria de las poblaciones, especialmente en un entorno en el que una parte importante de los ingresos de los hogares se dedica a los alimentos.

El informe también sugiere que las autoridades nacionales o regionales podrían revender los productos almacenados a precios subvencionados o distribuirlos como ayuda alimentaria, reduciendo así la vulnerabilidad de las poblaciones y garantizando el acceso a los productos alimenticios. Se cita como ejemplo a seguir el modelo indio, con su sistema de inventario gestionado por la Food Corporation of India (FCI). En la India, el gobierno compra cereales a precios garantizados a los agricultores y los redistribuye a través del sistema de distribución pública (PDS) a precios subsidiados para las poblaciones vulnerables.

Los autores del informe también piden una coordinación global de las reservas públicas de alimentos, particularmente bajo los auspicios de la FAO, para regular no sólo los precios, sino también para promover un sistema alimentario más resiliente frente a las actuales crisis globales. Las iniciativas regionales, como las discutidas en África Oriental, lanzadas en África Occidental y el Sudeste Asiático, pueden complementar las acciones a nivel nacional e internacional. Sin embargo, estas iniciativas requieren financiación adecuada y creación de capacidad técnica para tener éxito.

En conclusión, las reservas públicas de alimentos pueden desempeñar un papel clave en la estabilización de los precios y la garantía del suministro de alimentos en África, contribuyendo así a un sistema alimentario más equitativo y resiliente.

El personal editorial

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