“En Israel, India o Argelia, muchos pensaban que la secularización era inevitable y no preveían tal retorno a la religión”

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Devotos hindúes ofrecen oraciones al Dios Sol durante el festival Chhath Puja a orillas del Ganges en Man Mahal Ghat en Varanasi, India, el 8 de noviembre de 2024. NIHARIKA KULKARNI / AFP

Desde la India liderada por el nacionalista hindú Narendra Modi, hasta Israel, cuyo gobierno incluye ministros del sionismo religioso, pasando por Argelia, donde grupos rebeldes islamistas sumieron al país en una guerra civil durante la “década negra” (1992-2002): varios movimientos político-religiosos han adquirido un peso considerable en países históricamente laicos.

En La paradoja de las liberaciones nacionales (PUF, 240 páginas, 18 euros), el filósofo estadounidense Michael Walzer estudia las trayectorias de estos tres Estados –India, Argelia e Israel– para comprender cómo, tras la independencia obtenida por una izquierda emancipadora, una contrarrevolución religiosa –que se encarna en diferentes ideologías según el contexto – logra apoderarse de las mentes y/o del poder.

En los tres países que usted estudió, describe movimientos seculares de liberación nacional, e incluso aquellos que se oponen a las tradiciones religiosas. ¿Qué podemos decir de ellos?

En estos tres países, califico de “liberacionistas” ciertos movimientos que permitieron el acceso a la independencia, porque tenían una doble ambición. Por supuesto, pretendían liberar a su pueblo de un colonizador: británico para la India e Israel (en el contexto ciertamente particular que precedió al nacimiento del Estado hebreo), francés para Argelia; y también quisieron liberarlo de una mentalidad considerada retrógrada, encaminarlo hacia un horizonte de progreso.

También los liberacionistas del Partido del Congreso de la India, el Frente de Liberación Nacional [FLN] en Argelia o el partido sionista de izquierda que era Mapaï en Israel, criticaron las tradiciones religiosas por dos cosas. No sólo habían acostumbrado a su pueblo a la pasividad ante el colonizador, pero también fueron un obstáculo para su emancipación una vez adquirida la independencia.

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Si encontramos tales ideas en Jawaharlal Nehru [1889-1964, premier chef de gouvernement indien] –pero no con Gandhi, que es una excepción–, Frantz Fanon [1925-1961, essayiste français impliqué dans la lutte pour l’indépendance de l’Algérie] o ben bella [1916-2012, premier président de la République algérienne]quizás esté entre los fundadores de Israel, por ejemplo Ben-Gurion [1886-1973]que se expresan con mayor fuerza.

Para los sionistas históricos, el judaísmo es la religión del exilio. En sus mentes, los rabinos han enseñado, durante siglos, a los judíos la sumisión resignada. La creación del Estado de Israel, un Estado laico, debería permitir, según ellos, romper con esta humillante docilidad, creando un “nuevo judío”, dueño de su destino. En mi opinión, el sionismo se construyó así contra el judaísmo.

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