Diseñado en los últimos años de la Unión Soviética, el Almirante Kuznetsov debía encarnar el poder naval ruso en los océanos. Sin embargo, al entrar en servicio, el barco reveló graves deficiencias técnicas. Su construcción, marcada por las prisas y la falta de recursos, generó multitud de problemas crónicos:
- Sistemas de propulsión poco fiables
- Electrónica obsoleta
- Condiciones de vida deplorables para la tripulación.
- Capacidad de aire limitada
Estos defectos de diseño rápidamente convirtieron al almirante Kuznetsov en el hazmerreír de las armadas occidentales. Lejos de ser la ansiada punta de lanza, el portaaviones se ha convertido en un carga costosa para la Armada rusa. Su uso de petróleo como combustible, una tecnología obsoleta, hace que sea fácilmente detectable en el mar gracias al espeso humo negro que desprende.
A pesar de estos problemas, Rusia se aferra a su único portaaviones, símbolo de su condición de potencia naval que lucha por mantener. Esta obstinación recuerda los desafíos que enfrentan otras naciones, como Francia, que a veces tiene que gestionar retornos de emergencia de sus submarinos nucleares.
Un despliegue desastroso en el Mediterráneo
El episodio más revelador de las limitaciones del almirante Kuznetsov tuvo lugar durante su despliegue en el Mediterráneo durante la guerra civil siria. Esta misión, supuesta demostrar la capacidad de proyección de poder de Rusiase convirtió en un auténtico fiasco:
Asunto | Consecuencia |
---|---|
Averías mecánicas recurrentes | Velocidad de crucero reducida |
Humo negro visible a kilómetros de distancia | Posición fácilmente identificable |
Pérdida de dos aviones de combate. | Eficiencia operativa comprometida |
El colmo de la humillación se alcanzó cuando a la 6.ª Flota estadounidense se le ordenó seguir al portaaviones ruso, no por miedo a sus capacidades militares, sino para ayudarle en caso de naufragio. Esta grotesca situación ilustra cómo el portaaviones Almirante Kuznetsov se puede resumir en tres palabras: obsoleto, problemático y caro.
Un futuro incierto para el poder naval ruso
Hoy, el Almirante Kuznetsov está inmovilizado en dique seco y su tripulación ha sido trasladada al frente ucraniano. Su futuro sigue siendo incierto, entre una costosa modernización y un desguace permanente. Esta situación plantea dudas sobre el futuro de la armada rusa y su capacidad para competir con las flotas occidentales.
Paradójicamente, mientras Rusia lucha por mantener su único portaaviones, otras naciones están invirtiendo masivamente en sus capacidades navales. Por ejemplo, Naval Group acaba de firmar un contrato para cuatro submarinos con los Países Bajos, lo que ilustra el dinamismo del sector naval en algunos países europeos.
La historia del almirante Kuznetsov refleja los desafíos más amplios que enfrenta Rusia en su búsqueda del estatus de superpotencia. Entre ambiciones excesivas y realidades económicas restrictivas, el país de Vladimir Putin debe repensar su estrategia naval para esperar mantenerse en la carrera contra armadas occidentales tecnológicamente más avanzadas.