Mientras el gobierno estudia la creación de una segunda jornada solidaria para apoyar el cuidado de las personas mayores y discapacitadas, resurge la idea de eliminar un día festivo. La medida, ya aplicada el lunes de Pentecostés, suscita fuertes reacciones. Explicaciones.
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Una propuesta para reducir el déficit estatal
El Ministro de Economía, Antoine Armand, acogió recientemente con satisfacción la propuesta de establecer una segunda jornada de solidaridad. Esta medida, que podría conducir a la eliminación de un día festivo adicional, se está estudiando mientras Francia busca soluciones para reducir su déficit, estimado en el 6,2% del PIB en 2024. Según el ministro, esta iniciativa podría contribuir a crear riqueza fomentando a los franceses a “trabajar más” y “gastar menos”, un esfuerzo colectivo destinado a mantener un presupuesto equilibrado. Hay mucho en juego: mientras aumenta el gasto social, la solidaridad con las personas mayores o con discapacidad representa un coste cada vez mayor para las finanzas públicas.
Un modelo inspirado en la jornada solidaria del lunes de Pentecostés
Desde 2004, el lunes de Pentecostés se ha transformado en una jornada de solidaridad. Esta jornada, inicialmente concebida para cubrir las necesidades de financiación derivadas de la ola de calor de 2003, permite a los empresarios contribuir al cuidado de las personas dependientes. En 2023, este día recaudó 3.200 millones de euros para el Estado, de los cuales 2.400 millones proceden de la contribución solidaria a la autonomía de los empleados. Según un informe del Senado, añadir un segundo día de solidaridad podría aportar otros 2,4 mil millones de euros adicionales. Una cifra que llama la atención del gobierno, en un contexto en el que es necesario encontrar nuevas fuentes de financiación para evitar recortes presupuestarios drásticos.
Reticencias entre sindicatos y empleados
La propuesta de eliminar otro día festivo para instaurar un nuevo día de solidaridad no convence, sin embargo, a los sindicatos y a los empleados, que lo ven como una pérdida de poder adquisitivo. Denis Gravouil, responsable de la CGT, expresó su indignación ante RMC contra esta medida, considerando que haría que los trabajadores, especialmente los más pobres, “perdieran un día de salario”. Para él, este sistema “hace que los empleados paguen el coste de la solidaridad” al exigirles que trabajen gratis.
Un desafío para el gobierno
La creación de un segundo día de solidaridad se basa en un delicado equilibrio entre los imperativos económicos del Estado y las expectativas de los trabajadores. Aunque el gobierno puede esperar obtener ingresos significativos, el desafío es importante: convencer a los franceses de la utilidad de tal esfuerzo, en un contexto social ya tenso. Ante las críticas, el ministro de Presupuesto, Laurent Saint-Martin, aclaró que quería “dejar flexibilidad” en la elección del día festivo en cuestión, pero sin dar una fecha precisa. Por el momento, el proyecto sigue siendo una idea, pero refleja claramente el dilema que el gobierno debe resolver para preservar la solidaridad respetando el poder adquisitivo de los ciudadanos.