La ola de explosiones provocadas de forma remota que afectaron a buscapersonas y walkie-talkies que llevaban miembros de Hezbollah a mediados de septiembre fue ampliamente atribuida a Israel, que no ha confirmado ni negado su participación. Las explosiones que tuvieron lugar en tiendas de alimentación, viviendas y en las calles mataron al menos a 37 personas, entre ellas dos niños, e hirieron a unas 3.000 personas, según las autoridades libanesas, lo que inquietó profundamente incluso a los libaneses que no tenían ninguna afiliación con Hezbolá.
Además de los combatientes, los artefactos detonantes alcanzaron a trabajadores de las instituciones civiles de Hezbollah, incluidos sus servicios de salud y medios de comunicación.
El ministro de Trabajo libanés, Moustafa Bayram, y otros funcionarios dijeron que visitó Ginebra y presentó formalmente el martes una queja contra Israel ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT), una agencia de la ONU en expansión que reúne a gobiernos, empresas y trabajadores.
“Este método de guerra y conflicto puede allanar el camino para que muchas personas eludan el derecho internacional humanitario y adopten este método de guerra”, dijo a los periodistas en el complejo de la ONU en Ginebra.
“Este es un precedente muy peligroso, incluso condenado al fracaso”, añadió. Estamos en una situación en la que los objetos ordinarios –objetos utilizados en la vida cotidiana– se están volviendo peligrosos y mortales”.
Hablando en árabe, Bayram insistió en que los convenios de la OIT garantizan la seguridad de los trabajadores, quienes “estaban en su lugar de trabajo y vieron de repente sonar sus buscapersonas o walkie-talkies”, según un intérprete.
“No sé cuál será el resultado (de la denuncia), pero al menos hemos alzado la voz para decir y advertir contra este enfoque peligroso que daña las relaciones humanas y genera más conflictos”, afirmó.
Una portavoz de la OIT dijo que no tenía conocimiento inmediato de la queja ni de qué solución podría obtenerse a través de ella.