Corriente // Por Michael Leavy. Con Danielle Harris, Charles Edwin Powell y Dee Wallace.
Las películas de terror siempre han cautivado por su capacidad de impactar y fascinar, y Arroyocon su promesa de sangre intensa, parecía estar en camino de cumplir esas expectativas. Como fanático del cine de terror y de las producciones con violencia gráfica, esperaba un espectáculo visceral y a la altura de los estándares de un género que no busca complacer a todos. Sin embargo, a pesar de sus notables escenas sangrientas y algunos momentos entretenidos, Arroyo No cumple con las expectativas en términos de narrativa y estructura. Esta película, producida por los creadores de terroríficociertamente ofrece un fuerte homenaje al gore de los años 80, pero adolece de serios defectos que afectan la experiencia general. Para aquellos que buscan escenas de violencia gráfica y creativa, Arroyo no decepciona. El gore es, sin duda, el punto fuerte de la película y el verdadero protagonista.
Una familia es perseguida en su hotel por asesinos que compiten en ingenio.
Ciertas secuencias tienen un impacto duradero por su originalidad en la puesta en escena de la violencia. Por ejemplo, una escena en la que dos de los asesinos juegan un macabro juego de Morpion sobre el cuerpo de una de sus víctimas es un momento que, aunque impactante, demuestra el deseo de renovar el género. Esta escena, con su ejecución casi burlesca, sigue siendo una de las más memorables de la película. Otra escena de decapitación, en la que le arrancan la cabeza a un personaje con un realismo inquietante, también merece mención por la calidad de sus efectos prácticos. La cabeza del muñeco utilizado es una de las más convincentes que he visto, lo que demuestra que el equipo técnico domina a la perfección los códigos del gore visual y el maquillaje terrorífico. Esta maestría recuerda a las producciones de terror de los años 80, una época en la que los prácticos efectos especiales eran esenciales para causar impresión.
Esta claro que Arroyo Es una obra que gustará a los fans de este estilo de gore, más visual y menos digital, pero que también puede desanimar a quienes busquen una experiencia menos visceral. Si el gore alcanza el rango de estrella en Arroyolos personajes dejan un sabor amargo. Los actores principales carecen de profundidad y sus personajes parecen sacados de una caricatura. Los papeles están mal escritos y las actuaciones de los actores desconocidos no logran que sus personajes sean entrañables o memorables. Su diálogo a veces parece de mal gusto y es difícil identificarse con ellos o sentir empatía por su difícil situación. Sin embargo, la presencia de algunas figuras emblemáticas del cine de terror como Tony Todd, Jeffrey Combs y Danielle Harris aporta cierto valor añadido.
Estas leyendas del género ofrecen cameos que harán las delicias de los fanáticos de las películas de terror clásicas. Desafortunadamente, incluso estas participaciones icónicas luchan por llenar los vacíos de un escenario demasiado simplista y una dirección de actores carente de matices. Uno de los aspectos más problemáticos de Arroyo radica en su duración. En dos horas, la película va mucho más allá de lo que puede ofrecer en términos de trama y desarrollo de personajes. Una historia tan predecible y lineal se habría beneficiado enormemente de una duración reducida. En una película de género donde el objetivo principal parece ser impactar visualmente, una duración de una hora y media habría permitido mantener un ritmo más sostenido sin correr el riesgo de perder el interés del espectador. La duración es particularmente evidente en las escenas de transición, donde la acción y el suspenso a menudo van retrasados.
Estos momentos de relajación hacen que la experiencia general sea monótona y hacen que el espectador se desconecte, una pena para una película de terror que se supone debe mantener a su audiencia en suspenso. Esta falta de ritmo se vuelve aún más frustrante cuando los pocos momentos de tensión son eclipsados por escenas que se prolongan sin aportar ninguna sustancia real. Finalmente, el escenario de Arroyo está lejos de estar a la altura de sus ambiciones visuales. La trama carece de coherencia, acumulando clichés de género y agujeros argumentales que dejan perplejo al espectador. Cada giro parece predecible y apenas se mencionan las motivaciones de los personajes. Los asesinatos continúan, por supuesto, pero sin una progresión narrativa real que permita dar importancia a los hechos. Es difícil ignorar la superficialidad de la historia y la dirección no logra compensar esta falta de profundidad.
Además, el etalonaje digital de la película es cuestionable: los colores a menudo parecen artificiales, una elección estética que contrasta con el enfoque “realista” del gore. Esto le da a la película una atmósfera artificial que, en lugar de aumentar el horror, la hace parecer casi caricaturesca. Este exceso de digital reduce el impacto de escenas que, aunque bien realizadas, pierden credibilidad. En breve, Arroyo es una película que, a pesar de las ingeniosas e impactantes escenas sangrientas, no logra cautivar del todo debido a una trama débil y personajes poco interesantes. La duración excesiva de la película y la falta de ritmo la convierten en una experiencia frustrante, especialmente para aquellos que esperan algo más que una sucesión de escenas violentas. Ciertamente, los efectos especiales son impresionantes, pero eso no es suficiente para enmascarar los fallos de la historia y la falta de profundidad de los personajes.
Arroyo puede encontrar su audiencia entre los fanáticos acérrimos del gore que aprecian los efectos prácticos que recuerdan a las películas de terror de los 80. Sin embargo, para cualquiera que busque una historia apasionante o personajes bien construidos, la película puede decepcionar. La sangre, aunque impresionante, no puede durar por sí sola una película durante dos horas.
Nota: 3/10. En definitiva, buenos puntos para el gore acorde a la franquicia. terrorífico y homenajes a través de cameos. Más allá de eso, no hay nada que ver.
Próximamente en Francia