De El viaje de Octavio (2015) hasta el inventor (2022) vía Azúcar negro (2017) y Legado (2020), nunca deja de impresionar. En su pluma fluye tinta latina: proviene de padre chileno y madre venezolana. Nacido en París en 1986, pasó catorce años en Venezuela antes de iniciar estudios superiores en la Ciudad de la Luz. Perfectamente bilingüe francés-español, se decantó por la literatura moderna y se especializó en la literatura comprometida del siglo XX.
Con un bolígrafo de colores captura trayectorias individuales para dar forma a sagas impresionantes. Si América Latina es su lugar favorito para desarrollar sus historias, también puede alejarse de ella. Como prueba, el inventorque narra la sorprendente trayectoria del francés Augustin Mouchot (1825-1912), un genio erudito entre bastidores, que inventó la aplicación industrial del calor solar.
Reseña de “El inventor” de Miguel Bonnefoy
Realismo mágico
Algunos ven a Miguel Bonnefoy como un digno heredero del colombiano Gabriel García Márquez. Explota intensamente el realismo mágico, popularizado por el Premio Nobel de Literatura de 1982 pero que no es su prerrogativa. Nos explicó, en 2020, con motivo de la publicación deLegadonovela por la que apareció en las listas finales de premios de vuelta al cole, lo que representó esta corriente: “En la época del boom de la literatura latinoamericana, nos decíamos: ah, ahí lo tienes, acaba de aparecer el realismo mágico, la realidad maravillosa, pero ya es tiempo de introducir un poco de magia en un contexto natural que atraiga a Lo que más me ha fascinado y siempre me ha fascinado es cómo con una fábula, un cuento, una alegoría, una metáfora o con un poco de magia, finalmente podemos decir las cosas desde una perspectiva mucho más simple, y a veces más clara, más profunda que las cosas expresadas racionalmente.”
Entrevista a Miguel Bonnefoy para “Héritage”
En El sueño del jaguarestamos en un terreno conocido: la historia de una familia contada a lo largo de varias generaciones. Esta vez, el autor franco-venezolano se inspiró en sus abuelos maternos para componer el increíble destino de Antonio Borjas Romero, un recién nacido abandonado en las escaleras de una iglesia en Maracaibo, así como el de Ana María Rodríguez, primera doctora en el Estado de Zulia en Venezuela. Darán a luz una hija, Venezuela, la bien llamada, que engendrará a un tal Cristóbal del que sospechamos que no es fortuito cualquier parecido con el autor de la novela… Es además a sus fieles lectores a quienes se dirige Miguel Bonnefoy cuando evoca personajes de novelas anteriores como Augustin Mouchot (el inventor) o Michel René (Legado).
Imaginación desbordante
Al comienzo de la historia, Antonio es acogido por un mendigo que inmediatamente vio el uso que podía sacarle a su presencia para llenar su cuenco. Más adelante en su vida, robará una canoa, trabajará en un prostíbulo, allí conocerá a Elías, “mezcla de gitano sevillano y caballero inglés”quien le entregará una carta gracias a la cual no se convertirá ni en escribano ni en secretario, sino en médico.
Miguel Bonnefoy (y su desbordante imaginación) es insuperable a la hora de llenar su historia de encuentros improbables tanto como de dar a los objetos (aquí una liadora de cigarrillos) un papel primordial.
Durante sus estudios, cuando Antonio conoce a Ana María y se enamora de ella, le pregunta: “¿Qué se necesita para casarme contigo?” A lo que ella responde: “Qué fácil debe ser ser hombre. Camina por la calle y di lo que quieras”. Un bello personaje como Ana María (nacida en 1958) que tendrá una doble lucha que librar: la de la medicina y la de la mujer además de su compromiso con el aborto.
En el fondo de esta densa novela: Venezuela, su petróleo, sus agitaciones políticas (dictaduras, golpes de Estado, revoluciones) y sus crisis económicas. Gracias a su pluma siempre errante y su escritura apretada, Miguel Bonnefoy teje un siglo de historia como si nada hubiera pasado. Con el hermoso mensaje que lo habita desde su entrada en la literatura: ningún destino está trazado de antemano.