En la avenida principal que conduce al “Museo de Arte de Filadelfia”, frente a la cual el vicepresidente iba a hablar a última hora de la tarde, pocas horas antes de la apertura de los colegios electorales el martes, la multitud es impresionante y las colas de Las expectativas forman largas serpentinas.
“Soy cautelosamente optimista, pero estoy preocupado”, explica Robin Matthews, 50 años, dirigente de una asociación de los suburbios, en esta Pensilvania tan decisiva para el resultado final de las elecciones presidenciales.
“Porque si ella no gana, estamos jodidos. Totalmente. Él (Donald Trump) lo arruinará todo. Está fuera de control, ya no hay equilibrio de poder”, asegura. A su lado, su hijo Asher, de 16 años, interviene para subrayar lo que, según él, es la cuestión de estas elecciones: “la preservación de nuestro sistema democrático”.
– “Difícil hablar (con uno mismo)” –
Bajo el follaje otoñal, los percusionistas crean el ambiente antes del encuentro donde se esperan estrellas como Lady Gaga y Oprah Winfrey, al pie de las escaleras del museo que subió Sylvester Stallone en una famosa escena de “Rocky”.
Pero al final de una campaña muy larga, marcada por giros extraordinarios en un Estados Unidos más dividido que nunca, Yvonne Tinsley, gerente de contabilidad de 35 años, “quiere que esto termine”.
Está cansada de los anuncios políticos en la televisión y de tener que explicar a sus amigos que las noticias no están en videos en Facebook o Instagram.
Cautelosa, no espera ningún milagro político con Kamala Harris. “Sé que ella no va a cambiar todo”, dice. Pero, a su juicio, hay mucho en juego si el ex presidente republicano regresa a la Casa Blanca.
“Soy una mujer negra en Estados Unidos, así que desafortunadamente todas las políticas me afectan de manera diferente, porque seré la que peor estará”, explica. “Entonces, volviendo a un mundo donde ni siquiera escuchamos a las mujeres blancas, es seguro que a mí me escucharán aún menos”.
“Tuvimos a Trump durante cuatro años y nada funcionó”, dice Robert Rudolf, un programador informático de 58 años. “Había mucho racismo y misoginia. Se ha normalizado un poco, así que espero que nos mantengamos alejados de todo eso”.
Gorra “Harris-Walz” en la cabeza y camisa de leñador en la espalda, explica que proviene de un rincón rural y “rojo” del estado.
“Estamos cada vez más divididos. Es realmente muy difícil hablar con la gente del otro lado”, afirma.
Un contexto tenso que hace temer a Roxana Rohe, de 42 años, profesora que vino con sus dos hijas, una larga secuencia postelectoral.
“Trump ya está diciendo que le robaron las elecciones, incluso antes de que tuvieran lugar”, suspira.