Los gases de efecto invernadero son elementos clave del calentamiento global. Aunque el dióxido de carbono (CO2) sigue siendo el más publicitado, otros gases, menos presentes en el discurso público, desempeñan un papel importante en la acumulación de calor en la atmósfera. A este panorama se suman el metano (CH4), el óxido nitroso (N2O) y diversos gases fluorados, cada uno de los cuales presenta propiedades y efectos particulares sobre el clima.
El CO2 representa alrededor de dos tercios del efecto de calentamiento total causado por los gases de efecto invernadero, según Piers Forster, experto del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC). Sin embargo, otros gases, en particular el metano, también tienen una marcada influencia en la temperatura global, lo que justifica una mayor atención para comprender mejor y reducir sus emisiones.
Metano: una palanca a corto plazo
El metano es el segundo gas de efecto invernadero más extendido, emitido principalmente por actividades humanas como la agricultura, la explotación de combustibles fósiles y la gestión de residuos orgánicos. Alrededor del 60% de las emisiones de metano están relacionadas con estas actividades, y el resto proviene de fuentes naturales como los humedales. Este gas tiene un potencial de calentamiento entre 84 y 87 veces mayor que el del CO2 en un período de 20 años, aunque su vida en la atmósfera es relativamente corta. Esto le da al metano una importancia estratégica en los esfuerzos por reducir el calentamiento global en el corto plazo.
Mathijs Harmsen, investigador de la Agencia de Evaluación Ambiental de los Países Bajos, señala que “la reducción de las emisiones de metano podría tener un efecto de enfriamiento significativo, ya que los niveles atmosféricos de metano caerían rápidamente si se redujeran las fugas de gas natural”. Sin embargo, a pesar de los compromisos globales para reducir estas emisiones, incluidos los de Estados Unidos y la Unión Europea, las concentraciones de metano continúan creciendo. El nivel actual de metano en la atmósfera es aproximadamente 2,6 veces mayor que en la época preindustrial, según una investigación del Global Carbon Project.
Óxido nitroso: el papel de los fertilizantes nitrogenados
El óxido nitroso, también conocido como N2O, es un potente gas de efecto invernadero con un potencial de calentamiento casi 300 veces mayor que el del CO2 en un período de 100 años. Principalmente a partir de fertilizantes nitrogenados utilizados en la agricultura, también se produce en la industria química, en el tratamiento de aguas residuales y en la combustión de determinados combustibles fósiles. Los aportes de nitrógeno para los cultivos han aumentado las emisiones de N2O en un 30% en las últimas cuatro décadas.
Según el investigador francés Philippe Ciais, una mejor gestión de los fertilizantes nitrogenados podría reducir significativamente las emisiones de óxido nitroso. “Una reducción del uso de fertilizantes en sólo el 20% de las tierras cultivadas en los subtrópicos húmedos podría representar dos tercios del potencial de reducción climática vinculado al N2O”, explica.
Gases fluorados: efectos a largo plazo
Los gases fluorados, aunque emitidos en menor cantidad, tienen un impacto especialmente potente sobre el clima. Utilizados en sistemas de refrigeración, aires acondicionados, bombas de calor y equipos eléctricos, incluyen compuestos como los hidrofluorocarbonos (HFC) y el hexafluoruro de azufre (SF6), cuyo efecto de calentamiento es 24.000 veces mayor que el del CO2 en un período de 100 años.
Acuerdos internacionales, como el Protocolo de Montreal de 1987 y su enmienda de Kigali de 2016, han permitido reducir el uso de determinados gases fluorados. La Unión Europea también tomó medidas el año pasado para eliminar gradualmente los equipos que contienen HFC, con el objetivo de eliminar completamente estas sustancias para 2050. Estas iniciativas muestran el deseo global de reducir la huella climática de los gases fluorados, aunque su impacto persiste en la atmósfera. durante largos períodos.
A medida que se intensifica la lucha contra el cambio climático, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero más allá del CO2 se está convirtiendo en una prioridad. El desafío se basa en soluciones concretas para reducir la huella de metano, óxido nitroso y gases fluorados, con el objetivo de mitigar rápidamente el calentamiento global.