CRÍTICA – El rapero franco-ruandés ha publicado una novela comprometida, inspirada en su propia vida y sus vínculos con Ruanda, donde vive con su esposa y sus hijas.
Abril de 1994. El narrador, Milan, tiene 12 años y vive en Versalles entre un padre francés y una madre ruandesa que nunca le habló de su país ni de su familia. El genocidio en Ruanda, cuyas imágenes ve en la televisión, no cambiará nada: “El pasado de mi madre fue una puerta cerrada”. Sin embargo, cuatro años después, se ofreció a acompañar a Milán a Ruanda, donde tenía un asunto que resolver. Allí descubrirá que tiene una abuela y un tío joven que sobrevivieron al genocidio. Otra superviviente, amiga de infancia de su madre, que perdió a sus cuatro hijos en las masacres, acaba de tener un bebé: la vida es más fuerte que el odio.
Entre la ternura y la rebelión
Milán volverá a Ruanda. Cuando sea estudiante de derecho, escribir una disertación sobre los tribunales populares encargados de juzgar a los genocidas. Luego, como el autor, se instalará allí definitivamente. A lo largo de los años, mira, escucha, toma notas, describe: un país incruento y rural que se ha desarrollado y…
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