Llamado “Día de las Elecciones”, la jornada del voto popular para elegir al nuevo presidente de Estados Unidos se celebra sistemáticamente un martes de noviembre. Este año tendrá lugar el martes 5 de noviembre.
Es una tradición que se remonta a casi 180 años y que se ha respetado desde entonces. Para comprender por qué las elecciones estadounidenses se celebran sistemáticamente un martes de noviembre -el 5 de noviembre de este año- tenemos que retroceder en el tiempo y detenernos en 1845, con la ley denominada “Acto uniforme del martes“. Explicaciones.
En 1845, el Congreso americano decidió armonizar las condiciones del voto popular en todo el territorio. En esta época, precisa la historiadora especializada en “los inicios de América” y profesora de la Universidad Northeastern Jessica Linker, la sociedad estadounidense veía la mayor parte de su economía centrada en la agricultura. A las autoridades les parecía entonces imposible organizar las elecciones en primavera o verano; temporadas en las que cultivar los campos es la prioridad número uno de los estadounidenses. Los editores delActo uniforme del martes” luego elija el otoño, evitando así que los votantes tengan que enfrentarse al mal tiempo invernal para votar.
Y con razón, para llegar a las urnas ubicadas en las grandes ciudades y capitales de estado, los estadounidenses a veces viajaban hasta varios cientos de kilómetros… a caballo. Lo que también obligó a los legisladores a tener en cuenta el tiempo de viaje de los votantes a la hora de elegir la fecha. Por tanto, fue necesario optar por un día sin actividad profesional. Sin embargo, según Jessica Linker, era inimaginable desviar a la población de la iglesia el domingo, día del Señor.
Si no podía ser domingo y el lunes era en gran parte un viaje, entonces el martes parecía la mejor opción.
Un martes sí, pero después del primer lunes de noviembre.
En vista de la ley ya vigente en ese momento, el “Día de elección“(La jornada electoral) también debe tener lugar 34 días antes de la votación de los electores, el 17 de diciembre. Lo que explica esta aclaración en el texto sobre la votación: debe tener lugar “después del primer lunes” de noviembre.
Esta sutileza tiene otra consecuencia. Si el 1 de noviembre es martes, la votación sólo podrá realizarse el martes siguiente. En 2016, por ejemplo, las elecciones se celebraron el martes 8 de noviembre, evitando así una votación el día de Todos los Santos.
¿Un día festivo pronto?
Aunque la votación de anticipación y por correspondencia se ha democratizado, como explica el profesor de ciencias políticas de la Universidad Northeastern, Nicholas Beauchamp, se alzan voces para exigir que se decrete un día festivo para facilitar la votación y socavar una tasa de abstención significativa. Durante las últimas elecciones presidenciales estadounidenses, la abstención alcanzó un nivel récord del 34% (o más de 80 millones de votos de los 239 millones registrados en total).
Otros señalan que el martes se “pierde” a mitad de semana mientras la gente trabaja. En 2016, muchos estadounidenses lamentaron la perpetuación de una tradición que iba en contra del modo de vida de la sociedad actual. Este fue particularmente el caso de Bernie Sanders, entonces candidato en las primarias demócratas. Según él, el “Día de elección” debería ser un día festivo “para que todos tengan el tiempo y la oportunidad de votar”. En 2018, un estudio del Pew Research Center indicó que el 65% de los estadounidenses dijeron que estaban a favor de crear un día festivo.
¿Es este el presagio de la muerte inminente de esta antigua tradición? No hay nada que lo confirme. Pero si en Francia el “martes de noviembre” es un misterio cultural, al otro lado del Atlántico lo es cada vez más.