La boda de Noémie y Paulo en Juillan estuvo marcada por recuerdos de infancia y un toque de emoción familiar.
El 12 de octubre, se dieron el “sí” en el ayuntamiento y en la iglesia, sellando este amor temprano que comparten desde sus primeras emociones adolescentes en el colegio Jeanne d’Arc. Para ambos “era importante casarse”.
En Juillan además, por tres motivos. Antoine y Monique Anton, los abuelos paternos de Noémie, viven en Bellevue donde “con mi abuela, caminé hasta la cima de la colina en un cochecito y en un monopatín. Mis padres se casaron allí, en el ayuntamiento, en la iglesia, en el ayuntamiento como nosotros hoy. Mi abuelo fue enterrado aquí el 23 de julio”, explica. Su abuela Monique es conocida allí por su larga implicación en asociaciones y en la iglesia. De este tallo constructivo, las ramificaciones echaron raíces en un triángulo. En el pueblo de Louit para Noémie y Paulo, “valientes, presentes para su familia y siempre escuchando”, según Noémie. En Pouyastruc para sus padres. En Boulin para los del novio, Juillan sigue siendo la referencia simbólica.
Paulo, clásico con su outfit chic, y los invitados estaban delante del ayuntamiento. La novia se hizo esperar. Luna, su pequeña hada de tres años, interrumpida en su sueño vespertino para ponerse su vestido de corola, necesitaba tiempo para secarse las lágrimas de cansancio.
Noémie salió del coche vestida con un traje corto blanco. ¡Miradas sorprendidas! Sin embargo, antes de entrar a la iglesia, reemplazó este atuendo de calle por el vestido de novia. Para Pablo. “No quería que la viera antes”, confiesa conmovida. La atención tiene efectos.
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