Después de arrastrarse durante horas con el muslo desgarrado, el soldado ucraniano Anton Souchko, gravemente herido en el frente oriental de Ucrania, finalmente pensó que estaba a salvo cuando vio ayuda. Esto fue sin contar con la ayuda de bacterias resistentes a los antibióticos.
Hoy, tumbado en su cama de hospital en Dnipro, ciudad del este de Ucrania, este hombre de 40 años ha visto cómo su herida se infectaba, lo que hacía menos eficaz la respuesta al tratamiento.
Desde la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, drones explosivos y fuego de artillería han caído en el este del país, hiriendo a soldados que están saturando los hospitales. Al igual que Antón, miles de soldados que regresaban del frente vieron sus heridas infectadas con microorganismos resistentes a varios antibióticos: un nuevo desafío de la guerra.
En todo el mundo, la resistencia a los antimicrobianos (RAM) es responsable de más de un millón de muertes cada año y de casi 5 millones de forma indirecta, según la OMS.
Heridas descompuestas
Este fenómeno global se ve acelerado por el uso masivo de antibióticos para tratar a humanos, animales y alimentos.
En Ucrania, el problema aumentó con la invasión rusa, según el representante de la OMS en Kiev, Jarno Habicht, para quien la causa principal “es la guerra en curso”. Como resultado, el hospital Metchnikov de Dnipro, donde Anton recibe tratamiento, ha visto cómo su carga de trabajo se ha multiplicado por diez, señala Serguiï Kosoulnykov, responsable del departamento de cirugía.
“Cada explosión es una herida abierta y cada herida abierta es una infección”, explica, hojeando fotografías de lesiones supurantes en su computadora.
Cuando llegan los soldados heridos, las heridas suelen estar “sucias, descompuestas, con tejido y hueso necrótico y llenas de microorganismos agresivos difíciles de combatir”, según el médico.
Los drones explosivos, en particular en el frente, impiden que las ambulancias evacuen rápidamente a los heridos, dejándolos sin tratamiento durante períodos a veces prolongados.
Una vez en el hospital, los equipos no tienen más remedio que inyectar potentes antibióticos, sin esperar los resultados de los análisis que determinarían la naturaleza de la bacteria para un tratamiento adecuado.
Incluso antes de estar en el hospital.
“Es imposible imaginar todo esto sin un aumento de la resistencia bacteriana”, explica el doctor Kosoulnykov a la AFP, porque “cuanto más intentamos matar un microorganismo, más se defiende”. Este proceso empuja a los médicos a utilizar antibióticos cada vez más potentes para salvar las vidas de los soldados empobrecidos, aferrándose sólo a la esperanza de que una cura funcione.
Serguiï Kosoulnykov también lamenta la falta de instrumentos y medicamentos que afectan a su servicio, pero otro problema le deja perplejo.
Dijo que alrededor del 50 por ciento de los soldados heridos admitidos en su departamento desarrollaron resistencia a los antimicrobianos incluso antes de comenzar el tratamiento. “Vienen directamente del campo de batalla. Es incomprensible”, explica.
Ucrania es conocida en la comunidad científica por sus altas tasas de resistencia a los antimicrobianos, ya que hasta 2022 los antibióticos estaban disponibles sin receta.
Guerra de trincheras
El cirujano también sugiere que la guerra de trincheras estática, similar a la de la Primera Guerra Mundial, podría contribuir al aumento de la resistencia a los antimicrobianos. “Cuando tenemos una concentración de gente en un lugar, ese lugar va a estar muy infectado”, afirma.
Pero para Jarno Habicht, de la OMS, las causas de la resistencia a los antimicrobianos deben ser objeto de más estudios. Ucrania ha aumentado el número de laboratorios que monitorean bacterias resistentes a los medicamentos, dijo, de tres en 2017 a 100 en la actualidad.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos han descubierto que “bacterias agresivas se están propagando más allá de las fronteras” del país.
Mientras tanto, Anton Souchko mata el tiempo en su cama médica: “Leo literatura para profundizar en las raíces de nuestro pueblo, para que mi alma comprenda que nuestros hombres no murieron en vano”, explica el soldado.
Tres semanas después de la visita de la AFP al hospital, Anton Souchko regresó a casa con la infección bajo control. Sin embargo, el ánimo del doctor Kosoulnykov no está de fiesta: “Hay algunas victorias locales, pero no habrá una victoria completa”, concluye.
ETA