Una vez al año experimento este shock, esta ira, esta decepción. Cuando se publica la evaluación del valor financiero de las franquicias de la Liga Nacional de Hockey, me resisto a este error histórico que fue la venta de los nórdicos.
Siempre me sorprende ver hasta qué punto nuestro juicio colectivo sobre este episodio se ha perdido en una mezcla de resignación e incomprensión. Negamos el error garrafal. La decisión fue absorbida con el tiempo como algo inevitable.
Con el paso de los años, llegamos a odiar a Gary Bettman. Como si nuestra mala suerte nos duela menos al tener un culpable al que señalar con el dedo. Sin embargo, la realidad es que teníamos un equipo en Quebec y lo dejamos ir.
Los números que matan
Sí, dejamos ir el club por 75 millones de dólares. ¿Has visto los valores de esta semana? El canadiense vale 4.000 millones de dólares, ¡son 4.000 millones! Bueno, bueno, el CH es el segundo equipo más valioso de la liga, no tomaré esta cifra de cuatro mil millones para mi ejercicio.
Vayamos al otro extremo. Imaginemos el escenario archipesimista en el que, 29 años después, los nórdicos estarían entre los valores más pequeños de la liga, al igual que los Jets y los Senators.
Estos equipos valen mil millones y medio. Creo que con la historia y el crecimiento económico de Quebec, los nórdicos valdrían más, pero seguiré siendo conservador. Entonces tomemos mil millones y medio como valor.
Así que vendimos por 75 millones de dólares algo que ahora vale 1.500 millones de dólares, es decir, veinte veces más. Hice los cálculos: en 29 años, eso representa un rendimiento anual promedio de casi el 11%. ¡Es enorme! La Caisse de dépôt se enorgullece de obtener una rentabilidad media anual del 7%.
Podemos debatir de por vida sobre quién debería o podría haber invertido. ¿El Depositario? ¿Otras ramas del gobierno? ¿Inversores privados? ¿A los accionistas del público en general les gustan los Green Bay Packers en el fútbol? De cualquier manera, esta inversión habría sido una de las mejores imaginables.
Causas circunstanciales
En 1995, argumentamos que había una mala alineación de los planetas para vender. Sin tope salarial, sin anfiteatro a la altura, saliendo de una crisis económica. Este es el mayor error: perder de vista el valor a largo plazo y quedar cegados por consideraciones económicas.
Y, por supuesto, hubo quienes dijeron: “¡No pongamos ni un centavo de dinero público en los millonarios del hockey!” A estos, me veo obligado a corregir su razonamiento fallido.
Los jugadores son los únicos que no han perdido nada en la aventura. Recibieron todos sus millones, pagando menos impuestos en Estados Unidos. Es Quebec el que ha perdido enormemente en términos de empleo y beneficios.