“Alguien tiene que tener un arma”.

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Entrenamiento de nuevos reclutas para el ejército ucraniano, cerca de Pokrovsk (Ucrania), 9 de mayo de 2024. LAURENT VAN DER STOCKT PARA “EL MUNDO”

En lugar de ir solos, los dos amigos prefirieron ir juntos. Este miércoles 8 de mayo, en una calle estrecha y arbolada de la capital ucraniana, Roman y Serhi, de 25 y 27 años, esperan con decenas de otros hombres frente a la entrada de un centro de reclutamiento del ejército. Son las 7:30 de la mañana, las puertas no se abren hasta dentro de una hora, la ciudad está bulliciosa. Los dos jóvenes empleados del taller que se negaron a dar sus apellidos, al igual que otras personas que conocimos, vinieron a actualizar sus datos personales a su centro de contratación local. Luego comparecerán ante una comisión médica que juzgará su estado de salud y su capacidad para empuñar las armas. Más adelante, tal vez, los llamen a luchar.

Como la mayoría de los otros hombres que esperaban en el frío esa mañana, Andriy y Serhi están allí para cumplir con la ley que crea una base de datos de los reclutas del país, firmada en abril por el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky. Este texto pretende ofrecer a las autoridades una visión general de los recursos humanos de que disponen, mientras el país intenta acelerar la movilización de nuevos reclutas en su ejército.

A partir del 18 de mayo, todos los hombres de entre 18 y 60 años tendrán sesenta días para identificarse en un centro de contratación o mediante una aplicación de Internet. Transcurrido este plazo, estarán expuestos a multas de varios cientos de euros y sanciones administrativas. Este miércoles por la mañana, Roman, Serhi y los demás se adelantaron para evitar una posible avalancha de ucranianos a partir del sábado en los centros de reclutamiento.

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“Hay una línea de frente y los hombres deben servir, “, asegura Vitaly con aire serio, un oficial del centro de reclutamiento apoyado en un pequeño quiosco de café con dos colegas silenciosos, a pocos metros de decenas de civiles. No importa lo que hagan en el ejército. Tenemos una Constitución ucraniana y se aplica a todos los ciudadanos. »

“Si tenemos que irnos, iremos” resume Román, un joven bien afeitado y de mirada tranquila, vestido de negro y con ropa deportiva, como su amigo. “Si tuviéramos miedo de pelear, no habríamos venido esta mañana. » A su lado, añade Serhi. Es mejor, a sus ojos, “Ven aquí solo, en lugar de que te traigan en autobús”. El niño se refiere a civiles movilizables arrestados en las calles por oficiales de reclutamiento y llevados a oficinas militares. Una práctica cada vez más común, a medida que escasean los voluntarios que toman las armas. “Creo que hacer una diferencia cuando te unes al ejército, Serhiy continúa. En cualquier caso, quiero creerlo. »

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