ITodos sueñan con ello. Los barones de LR, apostados en las curvas de las urnas, como vigías atentos al menor temblor en el aire, siguen con deleite a su campeón, François-Xavier Bellamy, y lo que bien podría parecer una metamorfosis. ¿El que lleva unos días encabezando su lista está rompiendo el techo de cristal bajo el que parecía estar condenado a evolucionar?
Algunos funcionarios de LR lo criticaron por ser demasiado suave, demasiado educado, atrapado en el disfraz del yerno ideal, la versión de Versalles, del profesor de filosofía demasiado educado, demasiado respetuoso, casi fuera de sintonía, incluso inadecuados, frente a los nuevos campos de juego de los políticos, los de las redes sociales, que exigen sangre y lágrimas, despotricaciones y golpes…
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