Por primera vez desde su exilio en Estados Unidos, el príncipe Harry fue el centro de atención en Londres, precisamente para celebrar el décimo aniversario de su “bebé”, los Juegos Invictus. Es él quien está en el origen de estos Juegos Olímpicos para los veteranos y los soldados heridos en combate. Para su gran momento ayer en la catedral de San Pablo, el príncipe no pudo contar con su familia ausente. Excepto… los Spencer, la familia de su madre.
Sonriente y relajado, el príncipe disfruta de un paseo por la plaza frente a la catedral. Desde su exilio, el príncipe no se había beneficiado de tanto fervor en la capital inglesa. Si aparentemente su alegría es total, el duque de Sussex sigue decepcionado por no poder reunirse con su padre, como había solicitado.
El rey Carlos III está demasiado ocupado. Celebra la primera fiesta en el jardín del año en los jardines del Palacio de Buckingham. Con frac y sombrero de copa, el rey luce elegante a pesar del tratamiento contra el cáncer, que todavía está recibiendo.
Ningún encuentro con su padre, al que no ve desde hace tres meses, ni ningún reencuentro con el príncipe Guillermo, ocupado en Windsor. El príncipe Harry parece más aislado que nunca. En la asamblea de la catedral de Saint-Paul, todavía puede contar con una presencia que le es especialmente querida: la del clan Spencer.
El conde Spencer, hermano de Diana, su hijo Louis y Lady Sarah McCorquodale, una de las hermanas de la princesa, parecen formar un pequeño comité de apoyo al príncipe Harry. Éste siempre se sintió cercano a su familia materna.
Pronto, el príncipe se reunirá con su esposa Meghan y sus hijos en California. Luego volarán a Nigeria, como parte de un viaje oficial.
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