En Marruecos, la gente puede sonreír porque los precios les son favorables desde hace tiempo.
De hecho, en septiembre de 2024, el índice de precios al consumo (IPC) en Marruecos registró una notable estabilidad, a pesar de un ligero aumento del 0,8% con respecto al año anterior.
Este aumento se debe principalmente a un aumento del 0,6% en los precios de los alimentos y del 1,0% en los productos no alimentarios.
Según el Alto Comisionado de Planificación (HCP), el IPC mostró un cambio mínimo, con una caída del 0,1% en los precios de los alimentos compensada por un aumento equivalente en los productos no alimentarios.
Además, las fluctuaciones de los precios de los alimentos han sido particularmente marcadas. Los precios del pescado y del marisco experimentaron una importante caída del 6,1%, mientras que los precios de la fruta cayeron un 2,2%.
Por su parte, las hortalizas experimentaron un aumento del 2,7%, así como los precios de la carne, el café, el té y el cacao que registraron un aumento del 0,4%.
En cuanto a los productos no alimentarios, la situación es igualmente heterogénea. Los precios de los combustibles cayeron un 3,2%, mientras que los costes de vivienda, agua, electricidad y gas aumentaron un 3,6%.
También fue destacable la evolución de los precios en el sector del transporte, con una caída del 2,4%. Así, el entorno económico marroquí sigue enfrentándose a presiones inflacionarias, ilustradas por un aumento anual del 2,4% en la inflación subyacente.
Las variaciones regionales del IPC también revelan tendencias interesantes. Guelmim registró el aumento más significativo con un 0,6%, seguido de Dajla y Settat.
Por el contrario, Alhucemas experimentó una caída del 2,7%, lo que indica disparidades económicas dentro del país que merecen mucha atención.
En resumen, aunque Marruecos muestra cierta estabilidad en su IPC, los desafíos inflacionarios siguen siendo omnipresentes, con impactos variados en diferentes sectores de la economía.