Fresas: ¿realmente están en temporada? – Noticias

-

Comer local y de temporada es una de las medidas recomendadas para una dieta sostenible. Quienes lo siguen, esperan con impaciencia la llegada de las fresas a los puestos, señal de la primavera. Pero estas suelen preceder en un mes a la temporada oficial, que va de mayo a julio. Surgen entonces algunas preguntas: ¿estas primeras fresas se cultivaron en el suelo o en la superficie (huertos colgantes, hidroponía, aeroponia, etc.)? ¿Se calentaron en un invernadero para que maduraran antes? Aparte del origen y el método de cultivo (convencional u orgánico), la información carece de transparencia. Pero mirando las especificaciones de las diferentes etiquetas (ver recuadro), es posible saber más.

Un impacto que va de simple a triple

Disponer de esta información es importante en términos de impacto ambiental: 1 kg de fresas de temporada (compradas entre mayo y julio, por tanto) corresponde a una emisión de 477 g de CO equivalente2, frente a 550 g por 1 kg de fresas consumidas fuera de temporada, según la base de datos Agribalyse (1). En ambos casos, la cultura por sí sola representa el 84% de las emisiones. Y con razón: la calefacción de los invernaderos depende principalmente de combustibles fósiles. Del 60 al 77% de las superficies calentadas se calientan con gas natural. Entonces, “El impacto medioambiental de las fresas en invernaderos climatizados en Francia es tres veces mayor que el de las fresas en campo abierto o bajo tierra”, ilustra la Agencia de Transición Ecológica (Ademe). Si nos centramos en las emisiones de gases de efecto invernadero, este impacto es de 3 a 10 veces mayor.

El uso de un refugio cerrado o de un cultivo en superficie plantea otros problemas medioambientales: además del empobrecimiento biológico del suelo, es impermeable, lo que favorece la escorrentía del agua, que normalmente es absorbida. Lo cual no es despreciable, teniendo en cuenta que el 55% de la producción se realiza en la superficie, incluido el 20% en un invernadero con calefacción.

Por tanto, podríamos pensar que una fruta procedente de España, pero no calentada, sería preferible a una fruta calentada en Francia. Es un error. El transporte depende de combustibles fósiles y representa el 15% del impacto de una fresa. Además, la escasez de agua modifica profundamente el impacto ambiental. “Tomar un litro en España o Marruecos, donde el agua es más escasa, tendrá más impacto que en Bretaña”, explica Adéme. Por tanto, lo ideal sigue siendo consumir tanto local como de temporada.

¿Cuánto valen las etiquetas?

Etiquetas que no garantizan nada

Auténtica paradoja, y muy criticada, la etiqueta HVE (Alto Valor Ambiental) acepta cultivos bajo refugios con calefacción y en la superficie.

Lo mismo ocurre con las fresas Label rouge, cuyo origen todavía se limita a Dordoña y Lot y Garona. En cuanto a la AOPn (Asociación de Organizaciones Nacionales de Productores) Fraises de France, dos tercios de su producción se realizan en la superficie.

Etiquetas que garantizan el cultivo en campo abierto.

Imagen

Las especificaciones de la agricultura ecológica son claras: la agricultura en la superficie está prohibida. Por otro lado, desde 2023 se vuelve a permitir el uso de invernaderos con calefacción. Una tolerancia que parece contradecir varios principios establecidos en el pliego de condiciones, como “respeto a los ciclos naturales” y una “uso responsable de la energía”. Tenga en cuenta que esta etiqueta garantiza la ausencia de pesticidas químicos.

La indicación geográfica protegida (IGP) Fresa del Périgord tiene el mérito de exigir el cultivo en campo abierto y la recolección del fruto en su madurez. Sin embargo, no prohíbe el uso de refugios con calefacción.

El premio a la transparencia es para la mención Nature et Progrès. Se tolera el cultivo en invernaderos, calentados o no, pero debe indicarse claramente en el etiquetado.

Etiquetas que garantizan el cultivo en tierra y la ausencia de calefacción

Imagen

Algunas especificaciones son más exigentes para los productores y prohíben tanto el cultivo en superficie como los invernaderos con calefacción. La única excepción permitida por Demeter y Bio Cohérence: la calefacción destinada a proteger los cultivos de las heladas cuando la temperatura es inferior a 5°C. Esta debe seguir siendo la excepción para obtener la etiqueta Bio Cohérence, que limita este calentamiento a 10 días por año natural.

La indicación geográfica protegida (IGP) Fresa de Nimes también es rigurosa: el pliego de condiciones exige el cultivo en campo abierto y autoriza el resguardo. Esto se puede cerrar, pero no calentar.

Un impacto para poner en perspectiva

Consumir una fresa fuera de temporada aumenta significativamente su impacto medioambiental. Pero debemos tener en cuenta que este impacto sigue siendo bajo en comparación con el causado por los productos animales. ¡Estos representan el 50% de la dieta, pero el 88% de su huella de carbono! A modo de comparación, 1 kg de fresas de temporada equivale a 0,07 comidas con carne de vacuno en términos de CO equivalente.2.

​​​​​​(1) Agribalyse es una base de datos gestionada por Ademe. Concentra datos sobre el impacto medioambiental de los productos agrícolas y alimentarios en Francia. Aquí, el cálculo tiene en cuenta los diferentes métodos de producción de fresas y su proporción.

-

PREV Donald Trump puede haber violado nuevamente su orden de silencio
NEXT Schlagerstar irritado por “Die Giovanni Zarrella Show”