Noyón. Impide que su pareja salte por la ventana pero sigue condenado por violencia doméstica

Noyón. Impide que su pareja salte por la ventana pero sigue condenado por violencia doméstica
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Yvan Lecoq, de 38 años, comparece por violencia doméstica, que él niega. Procesado en apariencia inmediata, este Noyonnais está sujeto a reincidencia legal.

La noche del 20 al 21 de febrero, se le acusa de haber agarrado a su mujer por la entrepierna, de golpearle la cabeza, de tirarle del pelo…

Esto no es en absoluto lo que ocurrió, indica el acusado, en referencia a esta agitada noche. “La señora estaba sentada cerca de la ventana y amenazaba con saltar”, explica en el estrado. De ahí este repentino gesto de alcanzarla.

En el proceso, desapareció. El acusado dijo que llevó a la presunta víctima a su habitación. Tras despertarse, se refugió en la bañera, donde los gendarmes, llamados por el acusado, la encontraron postrada, alrededor de las 2:50 de la madrugada.

Ambos habían estado bebiendo

Después de haber consumido alcohol, hizo comentarios incoherentes ante la policía. Su nivel de alcohol en sangre mostrará un nivel de 1,64 g por litro de sangre. Por su parte, Yvan Lecoq tenía 1,33 mg por litro de aire exhalado.

La compañera aún logra explicar que la golpeó en la frente y que le arrancó el piercing. “Tengo el síndrome de la enfermera”, explica. Quiere encerrarme. Descubrió una caja de condones que me arrojó a la cara antes de agarrarme la boca. Luego me levantó por el pubis y me dijo “¡eso te gusta, perra!” Jodes con todos mis amigos. Metió la mano en su sujetador. Me hizo saltar por la ventana…”

El acusado le arrojó los condones a la cara, pero niega haber cometido la violencia que siguió. “Preferí irme cuando estábamos discutiendo”, comenta.

¿La levantó por el pubis? “Solo quería cargarla para ponerla en la cama y nunca le golpeé la cabeza contra el suelo”, responde.

Ella lo acusa de violencia habitual, caracterizada por insultos constantes y una herida en la muñeca con un trozo de vidrio. “Fue ella quien se cortó la muñeca con el vaso de un tarro de mostaza que había caído al suelo”, niega el acusado, juzgado como reincidente, tras un juicio que se remonta a mayo de 2016.

El acusado vive su juicio como una injusticia

“Vivía con ella, pero me afiancé, porque ella tenía a alguien”, dice el acusado. Llevábamos uno o dos meses viviendo juntos de nuevo”.

El acusado considera su aparición una injusticia. “Si estoy aquí es porque le salvé la vida”, afirma. Si me hubiera ido y no hubiera llamado a la policía, ella habría saltado”. “Sí, ¿pero antes?”, pregunta el tribunal sobre la violencia. “No lo sé”, responde. Sé que anota muy rápido. Fue durante las relaciones sexuales que ella consintió”.

Ella dijo que escondió su dinero en su sostén para evitar que él se lo llevara. “Rompió todos mis teléfonos”, añade. “No, eso no es cierto”, responde. Nunca le robé dinero ni tomé nada”.

“He dado un paso atrás desde los hechos”, dijo el civil en el estrado. Exageré algunos datos… Pero lo cierto es que me levantó por el pubis. Había estado bebiendo, me habían chantajeado emocionalmente, estaba sentado en el mueble junto a la ventana. Él me salvó. Continuó en una discusión. Me desmayé por el alcohol. Luego entré al baño.

Se requiere estancia de prueba mejorada

El acusado tiene cuatro entradas en su expediente, principalmente por infracciones de tráfico.

La parte civil, alegando una relación tóxica, solicita 1.000 euros por daño moral y 500 euros en concepto de costas judiciales.

El fiscal considera que el gesto que “el señor hizo para salvar a la señora” no constituye en ningún caso agresión sexual. Por otro lado, conserva en la violencia los tirones de pelo y los golpes de cabeza contra el suelo. Cree que podemos entrar en el proceso de condena por violencia habitual: “Hay lesiones “recientes y semirecientes”, dice el abogado”.

Requiere ocho meses de prisión, incluidos cuatro meses con suspensión de la libertad condicional reforzada por dos años, con tratamiento por alcoholismo y prohibición de contacto.

La defensa pide la absolución

La maître Sabine Thoma-Brunière pide la absolución, “porque la acusación se basa en las declaraciones de la señora”. Sobre la violencia habitual: “La gente siempre me habla de la herida en la muñeca. Él refuta el cabezazo. Esto no se materializa en las tres páginas del informe médico.

La tarde del 21 de febrero: “La parte civil explica que la agarró violentamente para evitar que cayera. Eso podría explicar el golpe en la frente. Podría simplemente haberse ido… Es la historia de una pareja terrible. No estamos en un clima de violencia. Simplemente estamos perdidos”.

Liberado por el gesto púbico, es condenado a pena mixta por el resto de violencia doméstica. Está obligado a proporcionar tratamiento contra las adicciones y tiene prohibido contactar con la parte civil, a la que deberá indemnizar hasta 300 euros por daño moral y 300 euros por costas judiciales.

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