Libro. Nada predestinaba a Louis Viannet a convertirse en el primer secretario general de la CGT en obtener un bachillerato y, sobre todo, a ser quien volvería a encantar a un sindicato en decadencia. Nacido en 1933, hijo de padre trabajador, comunista puro y duro, hostil al derecho de voto de las mujeres y que criticaba “Stalin por no haber bombardeado el Vaticano”el futuro trabajador postal creció en la pobreza. “Obligado, ver-th-il, tomar prestados los pantalones de otra persona para salir. »
Es el viaje de este hombre, bonachón, amante de los cigarros y de la buena comida, que “pelea con tus agallas » pero ama el jazz, el bridge, el ajedrez y sobre todo la caza, que Christian Langeois relata con empatía y gran detalle en Entre ayer y mañana. Luis Viannet, 1933-2017 (Ediciones Arcano 17, 300 p., 22 €). La historia es detallada –a veces demasiado detallada, ya que no evita nada de la discordia en la CGT– y a veces adolece de un lenguaje codificado para los activistas de la CGT, pero sigue siendo muy vivaz.
El biógrafo sabe retratar a “Loulou”, desde su participación en las grandes huelgas del PTT de 1953 que lo llevaron a afiliarse a la CGT y al Partido Comunista Francés (PCF), hasta su ingreso en 1967, como miembro permanente del PTT. federación, donde escalará todos los rangos hasta lo más alto. Con su mirada traviesa y su risa contagiosa, Louis Viannet puede ser tan rudo como cálido.
Artesano de las reformas sindicales
Viannet, sin embargo, ofrece la imagen de un sindicalista muy ortodoxo y rígido. Cuando en 1978, a los 40mi Congreso de Grenoble, Georges Séguy, entonces secretario general de la CGT, lanzó una actualizar Desde la central, acampa en la reserva. En 1977, Louis Viannet atribuyó la responsabilidad de la falta de actualización del programa común de la izquierda al “dirigentes reformistas de la FEN [Fédération de l’Éducation nationale] y FO [Force ouvrière] apoyados por los de la CFDT y por izquierdistas de todo tipo que han sumado su voz a la del poder, de la patronal”.
Durante la elección de François Mitterrand como Presidente de la República en 1981, Louis Viannet no celebró ni ocultó su desconfianza y su hostilidad hacia la participación de los ministros comunistas. Miembro desde 1982 de la oficina confederal de la CGT, no dudó en criticar, en 1985, la “blandura” del secretario general, Henri Krasucki, frente a la “gobierno socialista”. Christian Langeois describe muy bien el cambio, la metamorfosis del hombre que asumió la presidencia de la CGT, en 1992, con, como él mismo dice, “la etiqueta del estalinista de turno”. Aunque él encarna “las esperanzas de los dinosaurios de fiesta “Louis Viannet será el artífice de su… transformación reformista.
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