El presidente francés no había tomado ninguna medida desde que asumió el cargo que pudiera volverlo impopular en Quebec. Envió el pasado mes de marzo a su Primer Ministro, Gabriel Attal, que supo demostrar tanto la importancia que concedía a Canadá, país de la OTAN y del G7, como el sesgo institucional e histórico favorable de su país hacia Quebec. En Ottawa, junto a Justin Trudeau, Attal declaró con confianza y serenidad su apoyo a la política de “no injerencia y no indiferencia” inaugurada por Alain Peyrefitte y seguida por casi todos sus sucesores. Una fórmula favorecida por Quebec y tolerada por Ottawa.
Dentro de unas horas, el viernes, Emmanuel Macron demostraría que le importa un carajo. Preguntado sobre Justin Trudeau, en vísperas de las elecciones que probablemente pondrán fin a su carrera política, Macron dio esta clara señal: “Creo que el camino que sigue, que les propuso y que ustedes han validado en varias elecciones, es el correcto”. uno. » El líder de la oposición, el conservador Pierre Poilievre, con quien probablemente se reunirá en el próximo G7, lo habrá apreciado.
Pero ¿cuál es la posición de Macron en materia de no interferencia y no indiferencia? Todo lo que tenía que hacer era decir que estaba de acuerdo y eso fue todo. Pero en una entrevista con Radio-Canadá se distanció. “Es bueno que los predecesores hicieran esto, pero ¿tengo que hacerlo hoy? En verdad, en un contexto político que no habrá escapado a nadie, no quiero inmiscuirme en su contexto político nacional, precisamente por respeto y estima, y creo que el papel del Presidente francés, en un momento en el que las mentes llamarada, no se trata de agregar complejidad o emoción. »
Es cierto que estos días hay mucha tensión entre Quebec y Ottawa: el primero considera al segundo insensible a sus intereses nacionales, especialmente en materia de inmigración. Macron indica así a sus interlocutores en Quebec que, cuando todo esté en calma, podrá hacer gala de su “no indiferencia”. Pero cuando hace calor, entonces no. ¿No es precisamente en estos momentos cuando ponemos a prueba el valor de nuestros verdaderos amigos?
Quizás Emmanuel Macron no sea, de hecho, un verdadero amigo de Quebec. El periodista Louis Blouin le preguntó si, de hecho, no estaba francamente a favor de la unidad canadiense, como señaló Nicolas Sarkozy durante su desastrosa visita en 2008.
“En absoluto”, protestó inicialmente Macron. No estoy aquí para dar lecciones a los canadienses y decirles para qué estaría. El papel del presidente, explicó luego, dando una lección a los canadienses y diciéndoles para qué sirve, es “decir, básicamente, que tenemos un modelo que es fruto de la historia”. Siempre hay tensión constructiva. En estas tensiones siempre hay algo fructífero. Y Francia mira con mucha –sí– amistad, afecto y también fascinación a Canadá”. El papel del presidente, añadió, “es explicar que si todos están de acuerdo, es una buena solución, en un mundo azotado por guerras”.
No hay ni interferencia ni indiferencia en estas declaraciones. Emmanuel Macron acaba de decir a los quebequenses que Canadá, este país de “tensiones fructíferas”, “es una buena solución”, porque señala que “todos encuentran allí algo”. Es nuevo.
Macron también se puso en desacuerdo con muchos actores de la vida política francesa. Gabriel Attal, probable candidato a su sucesión, podría decidir contradecirle sobre este punto. Michel Barnier, un gaullista que guarda buenos recuerdos de “¡Viva Quebec libre!” », podría esta misma semana, durante su reunión con el Primer Ministro de Quebec, François Legault, contradecir a su presidente. Los líderes de izquierda Jean-Luc Mélenchon y la derechista Marine Le Pen también están en sintonía con el discurso llevado de Peyrefitte a Attal, y no con la desviación Sarkozy-Macron. Evidentemente, este tema no es una de sus principales preocupaciones. Pero si Macron buscaba un tema más de aislamiento político, acaba de encontrarlo.
¿Cómo explicar que Macron abandonó Quebec? Es cierto que en el G7 y en la OTAN, el presidente francés trabaja con Canadá. En la época de los tenores Brian Mulroney o Jean Chrétien, se habría admitido que sus voces tenían peso. Pero, ¿podemos afirmar seriamente que Justin Trudeau, visto en el propio Canadá como un tonto en la política internacional, es de alguna utilidad? La realpolitik está en otra parte: la mayoría de los turistas canadienses que visitan Francia son de Quebec; la mayor parte de las inversiones canadienses en Francia proceden de Quebec; La mayoría de los productos franceses vendidos en Canadá se venden en Quebec.
Una anécdota, para terminar. Asesor del Primer Ministro independentista Jacques Parizeau, estaba preparando el viaje que éste iba a realizar a París a principios de 1995. Había pedido a Pierre Bourgault que escribiera la parte histórica del discurso que se pronunciaría ante la Asamblea Nacional francesa. Encontramos este pasaje allí, inutilizable, pero pidiendo a gritos la verdad.
Cito de memoria: “Se ha dicho demasiado a menudo que Francia había abandonado Quebec en el momento de la Conquista. Estuvo ocupada con varios conflictos simultáneos y se pueden comprender las difíciles decisiones que se tomaron en ese momento. Pero si mañana los quebequenses decidieran darse un país y Francia no estuviera a su lado, ¡nunca podríamos decirlo lo suficiente! »
En el equilibrio de poder entre Canadá y Quebec, Emmanuel Macron ha elegido su bando. Simplemente es un mal momento para pasar.