lEl bombardeo dirigido llevado a cabo por la fuerza aérea israelí que mató al líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, el 27 de septiembre en los suburbios de Beirut, recibió el nombre en código “Nuevo Orden”. El término revela el deseo de Jerusalén de reformar Oriente Medio por derecho propio, un año después del pogromo del 7 de octubre. La ambición es legítima, ya que la cuestión es la supervivencia a largo plazo del Estado judío. ¿Es, sin embargo, factible? ¿Hasta qué punto Israel puede transformar la región para garantizar su inserción allí?
Nadie debería extrañar a Hassan Nasrallah, guía supremo de una milicia terrorista que durante cuatro décadas ha matado no sólo a israelíes y libaneses, sino también a decenas de franceses, estadounidenses y argentinos e innumerables sirios. Como dijo…
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