El líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, anunciado muerto por Israel, era el hombre más poderoso del Líbano. Enemigo jurado de Israel, rara vez ha aparecido en público desde la guerra entre su movimiento y el ejército israelí en el verano de 2006 y su lugar de residencia se mantuvo en secreto.
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Hassan Nasrallah había estado al frente de Hezbollah desde 1992, cuando sucedió a Abbas Moussaoui, asesinado por Israel. Este religioso de 64 años era objeto de un verdadero culto a la personalidad entre sus seguidores, especialmente dentro de la comunidad musulmana chií de la que provenía.
Bajo su reinado, Hezbollah, armado y financiado por Irán, se convirtió en una fuerza política esencial en el Líbano, representada en el Parlamento y en el gobierno. Al mismo tiempo, desarrolló el arsenal de su formación, que según él cuenta con 100.000 combatientes y dispone de armas potentes.
Nacido el 31 de agosto de 1960 en el seno de una modesta familia de nueve hijos en los suburbios de Beirut, Hassan Nasrallah estudió teología en la ciudad santa chiita de Najaf, Irak, antes de regresar al Líbano tras la ola de represión antichiita del entonces presidente iraquí. Sadam Husein.
Luego se involucró en el movimiento chiita Amal, pero se separó durante la invasión israelí del Líbano en el verano de 1982 para pasar a formar parte del núcleo fundador de Hezbollah, creado bajo el liderazgo de la Guardia Revolucionaria Iraní.
Casado y con cinco hijos, Hassan Nasrallah habla farsi con fluidez. Lleva el turbante negro de los Sayyed, los descendientes del profeta Mahoma a quienes reclama. En una rara entrevista, contó cómo jugó al fútbol en su juventud y todavía ama a Maradona.