En enero de 2020, justo antes de que la pandemia de Covid-19 azotara al mundo entero y provocara la paralización del tenis durante varios meses, Roger Federer fue eliminado en la semifinal del Abierto de Australia en tres sets por Novak Djokovic.
En un torneo en el que ya había estado cerca de la eliminación (cinco sets contra Millman en 3ª ronda, siete puntos de partido salvados en cuartos de final contra Sandgren), el suizo no había podido resistir a un Djokovic en busca, el tiempo de su octavo título en Melbourne.
En rueda de prensa, el suizo, entonces de 38 años, se mostró optimista ante la idea de poder añadir un 21º Grand Slam a su palmarés:
“Creo en ello. Creo que con la temporada que tuve el año pasado (2019), con lo que tengo en mi juego, con mi forma de jugar, siento que sí.
Tengo confianza. Estoy contento con cómo me siento, no tengo planes de retirarme. »
Lamentablemente, el tiempo no dio la razón a las palabras de Federer, ya que la pandemia le impidió entonces jugar el torneo de Wimbledon, que fue cancelado.
Luego, lesionado en la rodilla, aprovechó para operarse en junio de 2020, lo que retrasó su regreso a la competición.
Llegó a octavos de final en Roland-Garros en 2021 (se retiró del torneo antes de su partido) antes de alcanzar los cuartos de final en Wimbledon, derrotado en tres sets por Hubert Hurkacz.
Y fue en 2022, durante la Copa Laver, cuando Federer decidió poner fin a su carrera.
Este viernes 30 de enero de 2020 disputó, sin saberlo, su último partido en el Open de Australia.
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