Probablemente ya hayas leído una novela sobre Cristóbal Colón o hayas visto Orgullo y prejuicio por quincuagésima vez y haber sido distraído por unos momentos por un nombre que parecía demasiado moderno para la historia, como Kevin o Fanny. No estás sola, porque este sentimiento es más común de lo que crees y tiene un nombre: “el efecto Tiffany” o “el problema Tiffany”.
En cuanto a este nombre, Tiffany, resulta que proviene del nombre histórico Theophania, que surgió en el siglo XII.mi siglo. Según un artículo de la revista Discover, el efecto Tiffany se produce cuando encontramos un hecho histórico exacto poco realista o anacrónico. El nombre Tiffany inspiró el nombre de este fenómeno conceptualizado por la autora de fantasía y ciencia ficción Jo Walton, porque muchas personas piensan que es un nombre moderno a pesar de que tiene siglos de antigüedad.
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Según Jennifer Delfino, antropóloga de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign (Estados Unidos), el efecto Tiffany se produce cuando nos enfrentamos a acciones en contenidos (libros, sitcoms o películas) que consideramos históricamente falsas porque parece demasiado reciente. Para Jennifer Delfino, “es el resultado de una educación que nos lleva a pensar la cultura y la sociedad de una determinada manera, en contextos particulares”.
La verdad sobre el pasado.
Los mamuts todavía existían cuando se construyeron las pirámides de Egipto y había puertas automáticas en la antigua Grecia. Estos dos hechos verificados son, sin embargo, a menudo objeto del efecto Tiffany. Según Jennifer Delfino, lo más interesante es entender por qué las reflexiones sobre la exactitud histórica nos parecen más importantes que saber si algo es históricamente exacto: “La gente percibe las cosas a través de un determinado prisma que les lleva a sacar conclusiones precipitadas”.
Para Ben Whately, lingüista y cofundador de Memrise (una aplicación para aprender nuevos idiomas), tenemos expectativas sobre cómo era el pasado basadas en nuestras propias perspectivas, que pueden estar equivocadas. Por ejemplo, la Torre Eiffel se inauguró el mismo año de fundación de Nintendo, en 1889. Sí: en aquella época, la empresa japonesa producía naipes. Es difícil imaginar cuando para nosotros Nintendo se refiere a las consolas de videojuegos.
El efecto Tiffany es importante porque nos muestra hasta qué punto podemos hacer generalizaciones sobre el pasado sin saber si los hechos son ciertos o no. Quizás deberíamos dar un paso atrás y reevaluar nuestros prejuicios, sólo para no convertirnos en esos ancianos que se mantienen firmes y se quejan cuando les decimos que están equivocados.
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