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La IA no sustituye, la IA eleva el nivel medio de su colectivo

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Una contribución de Alain Garnier, director ejecutivo y cofundador de Jamespot Editor francés de soluciones colaborativas.

Dado que nos han prometido robots que reemplazarán a los humanos, es un poco como si nos vendieran una nueva versión de terminador. Sin embargo, la realidad es mucho menos Hollywood. La inteligencia artificial, especialmente en su versión generativa, no es un T-800 que haya venido a suplantarnos. Más bien, desempeña el papel de catalizador, una fuerza invisible pero esencial. ¿Qué pasaría si, en lugar de reemplazarnos, la IA nos ayudara a elevar el nivel medio de nuestros equipos, equilibrar la situación y revelar el potencial de todos?

Reemplazar: una apuesta costosa y arriesgada

Tomemos un ejemplo revelador: los vendedores. La idea de reemplazarlos por completo con IA parece atractiva sobre el papel. Pero en la práctica es como querer confiar una orquesta entera a un director robot. Entre la presentación del producto, la negociación y el sutil arte de leer entre líneas, las interacciones humanas siguen siendo esenciales. Por no hablar del coste colosal de tal transformación: crear una IA capaz de llevar a cabo estos pasos sin dar un paso en falso sigue siendo ciencia ficción.

Es un poco como el síndrome de Ícaro: apunta demasiado alto y quema tus alas. La automatización total es una apuesta costosa y arriesgada, y rara vez resulta ganadora. Entonces, ¿qué hacer? Vuelva a centrarse en lo que la IA puede hacer mejor: ayudar, apoyar y ampliar nuestras capacidades.

IA: el comodín que equilibra el campo

En un equipo siempre hay quienes brillan, quienes luchan por mantenerse y quienes recién comienzan. La IA es un poco como un comodín en una baraja de cartas: nivela el campo sin distorsionar el juego. Imaginemos a un vendedor junior que recibe análisis precisos de las necesidades del cliente o un cuadro resumen para preparar sus argumentos. O un directivo que, gracias a una IA, identifica tensiones latentes en su equipo y aprende a desactivarlas con técnicas de comunicación no violentas.

Aquí es donde la IA revela su potencial: ayudando a todos a fortalecerse, a mejorar continuamente, con la paciencia y la perseverancia de un mentor infalible. No hace falta ser un as para entrar en el juego: la IA proporciona las claves para progresar a tu propio ritmo.

Mejor comprensión para una mejor integración

Pero no ocultemos la cara: la IA, si se utiliza incorrectamente, puede convertirse en un GPS mal calibrado. Si no le damos un marco claro y objetivos precisos, acaba perdiéndonos en lugar de guiarnos. Las empresas que tendrán éxito con la IA son aquellas que se tomen el tiempo para capacitar a sus equipos, desmitificar su función e integrarla como una herramienta de colaboración, no como un reemplazo.

La adopción de la IA requiere un cambio cultural. Las organizaciones deben aprender a cuestionar, experimentar y ajustar sus prácticas. No es sólo una cuestión de tecnología, sino de visión y pedagogía. Una IA bien integrada se convierte en un motor de creatividad y mejora colectiva.

Depende de nosotros

La IA no está robando nuestros empleos, está liberando nuestro potencial. Ante desafíos cada vez más complejos (sobrecarga de información, plazos ajustados, expectativas cada vez más altas), la IA es una respuesta pragmática. Organiza, fluidifica e impulsa.

Entonces, no, la IA no es un jugador estrella, sino más bien un entrenador táctico: aquel que afina estrategias, optimiza tácticas y hace brillar a cada miembro del equipo. Ella no es quien marca los goles, pero sin ella las victorias serán mucho más raras. Depende de nosotros transformar nuestras organizaciones en campeones de la inteligencia colectiva.


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