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Bodega, restaurante…: De San Galo a Nueva Escocia: la odisea canadiense de una familia suiza

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Hace más de 20 años, la familia Stutz, originaria de St. Gallen, decidió empezar una nueva vida en Canadá. El padre compró una finca vinícola y sus hijos lo acompañaron en esta aventura. Separar la empresa de la familia no siempre ha sido una tarea fácil.

Beatrice Stutz es originaria de Grabs (SG) y ha vivido en Nueva Escocia, Canadá, durante más de 20 años.

Edelweiss_Loren Bedeli

Beatrice Stutz, originaria de Grabs (SG), ha vivido en Nueva Escocia, Canadá, durante más de 20 años. “Para mí tenía claro desde el principio que me iría: Canadá siempre me había atraído”, dice Béatrice al recibirnos en la finca vinícola familiar de Grand Pré.

A principios de la década de 2000, la familia dejó Grabs para establecerse en Nueva Escocia. Hanspeter Stutz, que ahora tiene 77 años, abandonó Suiza con su hija Beatrice y su hijo Jürg. Sus compañeros también hicieron el viaje. Antes de comprar en 1993 la finca vinícola abandonada Grand Pré, los Saint-Gallois preguntaron a Jürg, entonces en formación empresarial en Grabs, qué pensaba sobre la idea de dedicarse a la viticultura. “Jürg dijo que sí” y se puso en marcha el negocio familiar.

Hanspeter Stutz, que hoy tiene 77 años, abandonó Suiza con su familia a principios de los años 2000.

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Fueron necesarios varios años para que el proyecto se hiciera realidad. En el año 2000, la finca vinícola Grand Pré abrió finalmente sus puertas, acompañada del restaurante Le Caveau, dirigido por Beatrice. Desde entonces, también surgió el hotel The Inn. “Al principio, ninguno de nosotros sabía exactamente lo que estábamos haciendo. A veces miro hacia atrás y me digo que es una locura que todo haya salido bien”, recuerda Beatrice, una ex farmacéutica que siempre soñó con tener un restaurante.

En el año 2000, la finca vinícola Grand Pré abrió finalmente sus puertas, acompañada del restaurante Le Caveau, dirigido por Beatrice.

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“Hacemos nuevas amistades”

La esposa de Jürg, Cäcilia, dirige ahora la tienda de vinos, se ocupa del marketing, de las redes sociales y mucho más. Acompañó a su marido en su nueva aventura canadiense, pero nunca imaginó emigrar algún día. “Siempre tuve claro que me quedaría en Suiza”, dice Cäcilia riendo.

La esposa de Jürg, Jacilia.

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Beatrice Stutz añade: “Al principio, por supuesto, echaba de menos a mis amigos y compañeros, pero hicimos nuevos amigos”.

Un nuevo comienzo en Canadá

Fue en el año 2000 cuando Beatrice hizo las maletas y abandonó Suiza con su entonces marido, un chef suizo. Sin embargo, este matrimonio terminó: “No fue fácil para él, al final ya no teníamos los mismos objetivos y su camino lo llevó de regreso a Suiza”. En 2014 se casó con su nuevo marido, un canadiense a quien conoció en su nuevo país. “Sí, es canadiense y sí, es cocinero”, añade con una sonrisa Béatrice, de 53 años.

La salida hacia Canadá no fue fácil. La madre de Beatrice y Jürg murió poco antes de su partida en 1992, a la edad de 45 años. Beatrice, con los ojos un poco más oscuros, recuerda: “Creo que mi padre estaba entonces preparado para empezar de nuevo”.

Comenzar en Canadá no siempre fue fácil, especialmente debido a la barrera del idioma. Beatrice había aprendido inglés desde muy joven gracias a una estancia lingüística en San Diego. “Sólo necesitaba un repaso y tuve que aprender todos los términos técnicos”, recuerda.

Si tuviera que empezar de nuevo, a Beatrice le hubiera gustado tener a su lado a alguien del campo que le diera consejos prácticos. “Simplemente hicimos las cosas como pensábamos. Y al final salió bien. Cometimos errores, aprendimos y en algún momento encontramos a la gente que nos ayudó”, recuerda.

Para Beatrice, el mayor desafío en un país desconocido es entender cómo funcionan las cosas. “Que algo se haga así en Suiza no significa que funcione igual en otros lugares”, explica. Según ella, quien desee emigrar debe ser valiente y abierto, sin darse por vencido y siendo plenamente consciente de a qué se compromete. “El que no hace los deberes debe aprenderlos por las malas”.

El hotel The Inn.

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“Discutes más rápido con tu hermano que con un extraño”

Nueva Escocia se ha convertido en su hogar, un lugar que aprecia profundamente. “Es tan hermoso”, dijo con entusiasmo. Claro, hubo momentos en que quiso dejar el negocio, pero ¿la idea de volver a casa? “Nunca !”

Iniciar un negocio en familia fue un verdadero desafío. “Las reuniones suelen ser emotivas, discutes más rápidamente con tu hermano que con un extraño”, confiesa Beatrice. A veces se arrepiente de haber iniciado un negocio familiar porque las decisiones comerciales a menudo pasaban a un segundo plano, eclipsadas por la familia. “Es increíblemente difícil separar la vida privada y la vida profesional”.

“Aún más suizos en la región”

La región vinícola de Nueva Escocia es todavía joven, pero la finca Grand Pré celebrará su 25º aniversario el próximo mes de junio. Beatrice está impaciente: “Y como si hubiéramos acordado, Edelweiss volará a Halifax a partir del verano de 2025 y traerá aún más suizos a la región”.

¿Por qué visitar Nueva Escocia? Una sonrisa ilumina el rostro de Beatrice. “Hay tantas razones. Una naturaleza preciosa, por supuesto, y la región vinícola es todavía relativamente joven en comparación con otras regiones vinícolas históricas. “Ofrece muchas posibilidades”.

Lo que aprecia sobre todo es el ritmo de vida un poco más lento y más auténtico que el de Suiza. “Aquí todo es un poco más lento y estamos rodeados de mar, los paisajes son simplemente únicos”, explica. Ya sea senderismo, mariscos o observación de águilas calvas, Nueva Escocia es un verdadero tesoro natural.

A pesar de las dificultades encontradas, la familia Stutz pudo encontrar su lugar en el negocio familiar. “Cada uno de nosotros tiene una determinada responsabilidad”, concluye Beatrice. El tiempo dirá si alguno de sus tres hijos o los dos hijos de Cäcilia algún día seguirán los pasos de sus padres.


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