En Tiktok, enganchar está lejos de ser cursi. El ocio atrae cada vez a más usuarios que desean adoptar hábitos de consumo más responsables.
¿Quién dijo que el crochet era cursi? Domitille, desde luego, no. “Tengo un viaje de 1,5 horas y una pelota XXL y ¿sabes lo que eso significa? Vamos a tejer juntas”, dice la creadora de contenido en Tiktok. Armada con su ganchillo y su ovillo de hilo reciclado, la joven de 25 años comienza a tejer un bolso para el verano.
“Empecé con un anzuelo de tamaño 10, pero encontré que era demasiado aireado. Realmente quería una bolsa muy ajustada, así que cogí un anzuelo más pequeño. Me dolían los dedos”, sonríe. Durante un minuto, Domitille teje y teje incansablemente, hasta terminar su bolso morado. “Soy un gran admirador (…) Muy pronto les daré un tutorial porque es realmente súper simple”.
Consumir diferente
Evidentemente, el bolso agradó a su comunidad. El vídeo tiene más de 390.000 visitas. “¿Dónde se encuentran este tipo de pelotas? Soy muy fan”, pregunta un usuario. “¿Cómo se redondea la bolsa?”, añade otro. La sección de comentarios de los vídeos de Domitille está llena de estos mensajes curiosos y entusiastas.
Como la mayoría de los aficionados al crochet de la Generación Z, Domitille probó esta actividad durante el confinamiento. Después de ver una publicación en Instagram, “empecé haciendo un juguete de peluche, una linda vaquita”, recuerda Domitille en declaraciones a Tech&Co.
“Estaba muy orgulloso de ello, así que lo compartí en TikTok”. Animada por un comentario, compartió un tutorial sobre la aplicación de videos cortos.
“Explotó”, llora. “De la noche a la mañana, mi vídeo superó las 500.000 visitas”. Una reputación deslumbrante, que empujó a la joven a emprender una carrera como creadora de contenidos, especializándose en crochet. En dos años, ya la siguen 80.000 suscriptores.
“Lo que más nos gusta es el lado ‘hecho a mano’”, analiza KC Popo, de 26 años, que fabrica principalmente animales de peluche de vaca en crochet en X, ex-Twitter. “Las nuevas generaciones quieren consumir mejor, confeccionando, por ejemplo, su propia ropa, sus objetos decorativos… Y el crochet responde perfectamente a esta tendencia”.
6,5 millones de publicaciones
El otro interés es financiero. De hecho, empezar a tejer crochet requiere poca inversión. “Por encima de todo, hay que tener paciencia”, señala a Tech&Co KC Popo, cuyo nombre real es Doriane.
“Al principio me arrancaba el pelo, pero es accesible para todos. Sólo necesitas ganchos, marcadores y una pelota y listo”.
Y como suele ser el caso, cuando una tendencia es un éxito, los influencers se apresuran a saltar a la brecha. Al igual que Domitille y KC Popo, cada vez más camarógrafos apuestan por el segmento “Hágalo usted mismo”.nota del editor). Como prueba, la palabra clave #crochet reúne más de 6,5 millones de publicaciones.
Atrás quedó la imagen de la abuela sentada en su sillón, intentando confeccionarse un jersey que pica. Ahora, los crocheters tienen un teléfono en la mano, trenzas en el cabello y hacen multitud de accesorios “femeninos”. Al igual que otros influencers, se preocupan por la cantidad de me gusta, fidelizar a su comunidad y publicar contenido.
“Los tutoriales son lo que mejor funciona”, dice Hanaé, de 25 años, a Tech&Co. Bolsos para la página, pequeños estuches con motivos florales y posavasos de estrellas, la camarógrafa ofrece diariamente a sus suscriptores minivídeos en los que presenta sus nuevas creaciones. Hace un año, la joven nunca había tocado una aguja, aunque siempre había desarrollado afición por las actividades manuales. Ahora la siguen 40.000 suscriptores que buscan inspiración y consejos.
“Me siento útil”
“Es muy gratificante. Recibo muchos comentarios que dicen que aprendieron a tejer gracias a mí”, sonríe. “Me siento útil”.
Un éxito que abre el apetito de marcas especializadas en crochet, como Happy Whool, o más generalistas. El pasado mes de septiembre, la marca de belleza Nuxe colaboró con Domitille. La influencer confeccionó pequeños portabálsamos labiales en crochet. “Siempre trato de adaptar mis creaciones para mantenerme dentro del universo de la marca”, explica. Un enfoque que parece gustar a los anunciantes, ya que el diseñador realiza una media de dos colaboraciones comerciales al mes con marcas convencionales.
El único inconveniente de este modelo: los vídeos de crochet llevan tiempo. “No basta con encender la cámara y maquillarte en directo, se necesitan varias horas o incluso varios días para terminar determinadas piezas”, recuerda Hanaé. Y eso sin contar el rodaje de las diferentes tomas, el montaje… Sin embargo, la joven intenta mantener un ritmo regular, publicando de una a tres veces por semana.
“Con sólo 24 horas al día, ¡no es fácil! Y además siempre tengo la presión de encontrar ideas relevantes y agradables”, insiste. Cuando a principios de año terminó su contrato laboral, Hanaé aprovechó para “tomarse el tiempo” y “dar todo por Tiktok”.
una pequeña empresa
Una apuesta acertada ya que en un verano cuadruplicó su número de suscriptores. El camarógrafo ahora está pensando en otros proyectos. “¿Por qué no abrir una tienda online para vender mis creaciones?”, se imagina Hanaé, que también tiene previsto organizar talleres de crochet en el sur.
Por su parte, KC Popo ya ha dado el paso creando su empresa. La joven abrió una tienda online en Etsy y ofrece sus peluches entre 35 y 50 euros, dependiendo del tiempo de trabajo. Precios difíciles de traspasar para algunos usuarios. En agosto enfrentó una ola de comentarios negativos sobre sus precios de venta.
“Una vaca de crochet requiere entre 2,5 y 5 horas de trabajo”, defiende la diseñadora. “A esto se suma el precio de las pelotas, cobra la URSSAF…” Pero la joven prefiere mantener una actitud positiva. “Al menos me dio visibilidad”.
Una ola de odio, que tampoco ha empañado el desempeño de su negocio. La joven puede vender hasta diez peluches en un mes.
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