Visto desde fuera, es una colonia de 47.000 álamos. Están unidos por un sistema de raíces común que abarca 43 hectáreas en el Bosque Nacional Fishlake, Utah. Los biólogos consideran que cada uno de los árboles es un “clon” del árbol original, lo que convierte a este vasto grupo en un único organismo vivo. “Pando” – así se llama – acaba de heredar el estatus de decano mundial.
Es a través del análisis de ADN que teóricamente podemos poner una fecha. Y más precisamente un análisis de ADN dirigido, en diferentes partes del árbol, a las mutaciones somáticas, es decir a las que se producen después de la concepción. Es este “mosaico de mutaciones somáticas” lo que los investigadores describen en un artículo prepublicado recientemente en la plataforma BioRxiv (lo que significa que no ha sido revisado por otros expertos).
El problema es que es imposible demostrar que no hemos “perdido” determinadas mutaciones, y por eso el rango al que llegan estos investigadores es extremadamente amplio: hace entre 16.000 y 81.000 años.
Pero incluso con la edad mínima de 16.000 años, “Pando” ostenta el récord de longevidad. Y quizás no sólo en los árboles: otra colonia de “clones”, esta vez una planta con flores, en Tasmania (Lomatia tasmanica), está fechado hace aproximadamente 43.000 años. Mientras que una colonia de posidonia mediterránea (Posidonia oceánica) podría tener 200.000 años.
Esta última colonia se extiende sobre 40 sitios que cubren 3.000 km2, desde España hasta la isla de Chipre, suficiente para darle cierta póliza de seguro para sobrevivir a futuros eventos climáticos extremos.
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