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Mientras SpaceX ha disparado el número de lanzamientos de cohetes desde 2019 hasta constituir su constelación de 6.000 satélites Starlink, los investigadores están haciendo una evaluación preocupante de la contaminación generada, no sólo durante el despegue sino también cuando estas máquinas caen a la Tierra.
Los lanzamientos de cohetes son criticados periódicamente por la contaminación que provocan, en un momento en el que a cada ciudadano se le pide que reduzca su propia huella de carbono limitando los viajes en coche o en avión. Pero las emisiones atmosféricas durante los despegues son bastante insignificantes en comparación con las emisiones anuales de la aviación, por ejemplo. Y sobre todo, el queroseno quemado cuando un cohete despega de la Tierra es sólo la parte visible del iceberg: los trozos de cohete y de los satélites puestos en órbita también contaminan cuando caen a la Tierra, mucho más de lo que imaginamos.
Un estudio publicado recientemente en Datos científicos de la naturaleza intenta cuantificar esta contaminación, provocada por un lado por el lanzamiento de satélites y, por otro, por su regreso a la atmósfera. “Son necesarios inventarios de emisiones contemporáneos y globales”escriben los autores del estudio, “determinar los efectos atmosféricos de las emisiones relacionadas con las reentradas atmosféricas en una industria en rápido crecimiento, en particular debido a la creciente influencia de las megaconstelaciones”.
Un tsunami de lanzamientos
El término megaconstelaciones designa estos enjambres de satélites lanzados en grupos de varias decenas de vehículos a la vez y que funcionan en red una vez en órbita. Satélites que brindan servicios de localización como GPS en Estados Unidos o Galileo
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