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Seis sequías consecutivas son suficientes para crear una nueva especie de pinzón de Galápagos

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Los picos de los pinzones de Darwin pueden evolucionar para aplastar las duras cáscaras de las semillas. ANDREW HENRY

Todos lo aprendimos en clase: la evolución de las especies está guiada por el tiempo. Tendremos que, si no revisar, al menos enriquecer nuestros conocimientos: dos investigadores de la Universidad de Massachusetts, en Amherst, acaban de demostrar en la revista Cienciaque seis años pueden ser suficientes para crear una nueva especie de aves, siempre que vayan acompañados de una gran sequía. Desde la ausencia de agua hasta la transformación de los cantos nupciales, imprescindibles para el apareamiento, han mostrado incluso el mecanismo que conduce a ello. “especiación ecológica”.

El modelo en el que trabajaron no es un modelo cualquiera: el pinzón de Galápagos, conocido como pinzón de Darwin. En realidad, este nombre reúne catorce especies, que el célebre naturalista inglés trajo principalmente al Reino Unido, durante su viaje a América del Sur en la década de 1830. Fue estudiando sus picos, siguiendo el consejo de su amigo ornitólogo John Gould. El científico estableció parte de las bases de su teoría de la evolución, en particular la importancia del aislamiento geográfico en la formación de nuevas especies. Pero cómo habían evolucionado los pinzones, bajo qué presión o por qué casualidad: la verdad es que la cuestión seguía siendo bastante vaga.

La pareja Rosemary y Peter Grant se hicieron cargo a finales del siglo XX. Durante casi cuarenta años, la pareja de investigadores de la Universidad de Princeton (Nueva Jersey) siguió a las aves del islote volcánico de Daphne Major, en el archipiélago de Galápagos. Los midieron desde todos los ángulos, los anillaron, les tomaron sangre y estudiaron su genealogía. Así establecieron que la llegada de un único individuo procedente del exterior había dado lugar a la creación de una nueva especie en tres generaciones. Además, demostraron que los períodos de sequía obligaban a las aves a comer semillas más duras, favoreciendo así a las aves con picos más gruesos.

“Fantasmas del futuro”

¿A qué consecuencias podrían acarrear estas variaciones anatómicas? Jeffrey Podos, de la Universidad de Massachusetts, demostró, en 2001, que la evolución de los picos iba acompañada de un cambio en la estructura de los cantos nupciales. “Cuando los picos se ensanchan, los pájaros ya no pueden abrirlos y cerrarlos tan rápido cuando cantan, lo que genera melodías más simples, repeticiones de notas más lentas y un rango de frecuencia más estrecho”.explica el profesor de biología.

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Sin embargo, una pregunta esencial quedó sin respuesta: ¿este cambio musical realmente influyó en la capacidad de las aves para reconocerse y aparearse? Esto es precisamente lo que acaban de demostrar el investigador estadounidense y su colega Katie Schroeder en el artículo publicado el jueves 10 de octubre. Para ello no estudiaron a las generaciones pasadas, sino a las venideras, “fantasmas del futuro”.

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