CRÍTICA – La novelista orquesta, en verso y prosa, el conmovedor enfrentamiento entre un rostro destrozado y su empleada doméstica.
Los “amos” tienen sus caprichos, había advertido la madre. Les gusta hablar, leer, escribir, se dio cuenta rápidamente la niña. Tanto la madre como la hija son buenas. O más bien bonniches, como nos recuerda quien da voz a la novela de Bérénice Pichat. Lo dice sin resentimiento, no es propio de ella. Es más bien filosófica, de naturaleza activa y pragmática. Así es. Hay personas a las que llamamos señora y señor y hay quienes están en esa zona gris, sombras intercambiables que se colan en los hogares a primera hora de la mañana para reavivar las brasas del fuego, preparar el desayuno y pulir los muebles. Ella es una de ellas.
La doncella, en el libro homónimo de Bérénice Pichat, habla en verso. Una manera de recorrer palabras como las que describen todo lo que lleva en la cesta de la casa de todos: escoba, fregona, trapos, vinagre, cepillo. Estallan mientras ella trota de casa en casa, mientras enladrilla los pisos en…
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