hSilueta alta, sonrisa discreta, Michel Sadelain sale del anfiteatro de la Facultad de Medicina de París. El inmunólogo francés, que vive en Estados Unidos desde hace treinta años, se propone escapar unos instantes de la conferencia dedicada principalmente a su trabajo para tomar un café en la plaza del Odéon, en el barrio que frecuentaba cuando era alumno.
Mundialmente reconocido por sus descubrimientos sobre las células CAR-T, una terapia revolucionaria para luchar contra los cánceres de la sangre (leucemia, linfoma, mieloma), el investigador descubrió las sutilezas del sistema inmunológico en los bancos de la universidad parisina.
De su formación en los hospitales de Tenon y luego de Saint-Antoine, conservó el gusto por la investigación médica. “La cultura francesa y la educación republicana son parte integral de mi vida como hombre e investigador”, señala, al tiempo que evoca a su familia de Polonia y Ucrania “sin un solo antepasado galo”.
Una intuición considerada “sin futuro”
Armado de un rigor científico extremo y una inventiva salvaje, este ferviente admirador de Descartes se unió al Centro Oncológico Memorial Sloan Kettering de Nueva York a principios de los años noventa. Durante casi tres décadas, trabajó en su gran idea: transformar las células inmunes de los pacientes, los linfocitos T, como armas de guerra contra sus propios tumores.
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