lEl cometa Tsuchinshan-ATLAS pasa más cerca del Sol este fin de semana, en un viaje que comenzó hace millones de años y que promete un espectáculo notable para los terrícolas en octubre si sobrevive.
El pequeño cuerpo de roca y hielo fue detectado en enero de 2023 por el Observatorio de la Montaña Púrpura de China (Tsuchinshan), lo que le dio la primera mitad de su nombre. El segundo lo debe a la confirmación de su existencia por un telescopio del programa sudafricano ATLAS.
Desde entonces, para los astrónomos, a los que les gustan las nomenclaturas más rigurosas, el C/2023 A3 continúa su viaje hacia el Sol. El estudio de su trayectoria es demasiado corto, “apenas un año en retrospectiva”, para saber exactamente el camino recorrido hasta ahora, explica a la AFP Lucie Maquet, astrónoma del Instituto de Mecánica Celeste y de Cálculo de Efemérides (IMCCE), situado dentro del Observatorio París-PSL.
Sigue una órbita “que no está cerrada”, y los modelos sugieren que podría haber recorrido hasta 400.000 veces la distancia Tierra-Sol antes de llegar a nosotros.
Un viaje de millones de años para este cometa que probablemente vio la luz en la nube de Oort, un hipotético y gigantesco conjunto de diminutos planetas y cuerpos celestes, en el borde del sistema solar. Hasta ahora, había que estar en el hemisferio sur para poder verlo a simple vista.
Pronto visible en el hemisferio norte
En el hemisferio norte será visible a partir del 13 de octubre, cuando estará más cerca de la Tierra, a 71 millones de kilómetros de distancia. Y si el tiempo lo permite, “será evidente” todas las noches mirando “en dirección al sol poniente”, según Maquet.
A condición de haber sobrevivido a su paso cerca del Sol. Porque cuando los cometas se acercan a nuestra estrella, el hielo contenido en su núcleo se sublima y deja escapar una larga estela de polvo que refleja la luz solar.
Este pelo característico, el coma, es también la señal de que el objeto se está “desgasificando”. La cuestión es si esta desgasificación no será demasiado grande, a riesgo de desintegrar al visitante desprevenido.
Una catástrofe “siempre posible”, según el astrónomo, porque la acumulación de hielo y piedras “puede muy bien no resistir la fuerza de gravedad del Sol”. La buena noticia es que C/2023 A3 parece tener un núcleo muy masivo y, por lo tanto, “hay muchas posibilidades de que sobreviva” a este paso.
¿Adónde irá después?
En cuanto a su rumbo futuro, es impredecible. Su odisea solar no estará exenta de consecuencias para su órbita, perturbada por la gravedad de las estrellas que encontrará y por la cura de adelgazamiento que le infligirá el Sol.
Los modelos utilizados predicen, sin ningún compromiso, que podría ser “expulsado del sistema solar, para perderse entre las estrellas”, según el boletín del IMCCE de septiembre.
Todo dependerá en última instancia de los encuentros que realice el C/2023 A3 durante su viaje a través de la nube de Oort, dentro de unos miles de años. Bastaría, señala el astrónomo, con que “encontrara allí un cuerpo que lo desviara lo suficiente como para regresar a un viaje a través del sistema solar”.
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