Sin embargo, si utilizas tu Raspberry Pi para trastear con la electrónica, alojar un pequeño servidor doméstico o ejecutar una instancia ligera de Linux, la diferencia entre 8 y 16 GB estará lejos de ser decisiva. En estos escenarios, la brecha de precios podría parecer desproporcionada.
Para uso público en general, una Raspberry Pi 5 de 4 u 8 GB sigue siendo más que suficiente para el trabajo básico de oficina, navegar por la Web (incluso con varias pestañas) y gestionar multimedia ligero. Las pruebas preliminares indican que el rendimiento de la CPU no cambia radicalmente entre las diferentes versiones: la ganancia proviene principalmente de la capacidad de la memoria y del potencial multitarea.
El aumento gradual de los precios de Raspberry Pi plantea dudas sobre el futuro posicionamiento de la gama. A 120 dólares, ya no es la vieja computadora de 35 dólares, diseñada para aprender a programar y completar pequeños proyectos de forma económica. La base, sin embargo, parece justificar este aumento por el deseo de satisfacer necesidades mucho más variadas y avanzadas, que van desde servidores compactos hasta aplicaciones de IA.
El hecho es que esta Raspberry Pi 5 de 16 GB sigue siendo increíblemente modular y completa. El soporte técnico, el ecosistema de módulos adicionales, las comunidades de creadores y la disponibilidad del software aún la convierten en una apuesta segura para cualquiera que busque una plataforma versátil y escalable. Al fin y al cabo, todo depende de tus objetivos: si sueñas con llevar la máquina al límite o con poner en marcha un proyecto ambicioso (inteligencia artificial, virtualización, etc.), estos 16 GB podrían cambiar las reglas del juego.
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